Miguel et José Ballester Soriano. Une mère qui n’a plus jamais pu embrasser et embrasser ses enfants.

« Oui, mais plus jamais je ne les embrasserai. »
Miguel et José Ballester Soriano ont épousé deux sœurs, Juana Hilda Laferte Chávez et Luz Marina Lafertt Chávez (une erreur typographique passée à leur descendance). Marina, ma tante, est arrivée en Espagne avec sa fille aînée au début des années 60 pour rencontrer les parents de mes oncles et le reste de la famille.
Ils étaient 5 frères, dont deux finirent exilés et deux perdirent la vie. À la mort de leurs parents, Les deux frères exilés payèrent le voyage de leur frère pour qu’il leur rende visite au Chili. Pendant le voyage, il rencontra Nino Bravo – je crois qu’il parla bien plus de cette rencontre que de ses frères et ses neveux.
Il y a trois ans, j’ai appris qu’ils avaient voyagé à bord du Winnipeg. Je suis entrée en contact avec Jaime Cardona Jasenwirth qui m’a beaucoup appris au sujet de mes oncles, et j’ai été mise en contact avec Ana Calero San Martin, une autre descendante de passagers du Winnipeg. Cela dit, j’avais déjà entendu le nom de Pablo Neruda. Miguel et José Ballester Soriano étaient cousins germains de ma mère, mais les rapports entre leurs parents avaient toujours été très soudés. Leur mère et ma grand-mère étaient sœurs, et même si leur fratrie comptait également deux frères, ma grand-tante avait toujours pu compter sur ma grand-mère. Elle avait ressorti les lettres qu’elles s’envoyaient pour que ma sœur puisse les lire et y répondre.
Chaque année, elles nous envoyaient des photos. Je ne m’en souviens pas car j’étais très jeune à l’époque, mais ma mère et son frère leur envoyaient aussi des photos de nous, car quand mon oncle José nous a rendu visite, il n’a reconnu que ma mère et son frère, aucun de ses nombreux cousins. Mon oncle José et sa femme ont vécu deux ans au Chili. À cause de la dictature de Pinochet, il a dû quitter le Chili pour l’Allemagne de l’Est, mais ses enfants, frères et neveux y sont restés. Un de ses amis a fini par lui trouver du travail au Vénézuela ; il avait l’habitude de dire qu’au moins, ils se trouvaient alors “à mi-chemin”.
En 1984, José nous a écrit pour nous annoncer la mort de l’oncle Miguel. Ce dont je ne me souviens pas, c’est s’il était déjà retourné au Chili à ce moment-là. José est mort en 1997. Les échanges avec cette branche de notre famille ont fini par s’éteindre, mais je sais que les cousins ont gardé le contact entre eux.
Maintenant que j’ai vu les photos de mon oncle José datant de l’époque où il s’occupait de toutes les formalités administratives pour rester au Chili, je comprends pourquoi le frère de ma mère l’a tout de suite reconnu quand il l’a vu passer dans la voiture qui l’emmenait en ville ; il ressemblait énormément à son frère Rafael qui est mort ici.
J’ai toujours entendu sa mère – ma grand-tante – dire que sur les 5 enfants qu’elle avait eus, 4 étaient morts, ce à quoi ma grand-mère répondait invariablement “Elvira, ne dit pas ça, ils ont une famille à l’autre bout du monde, et toi aussi.” “Oui, mais plus jamais je ne les embrasserai.”
Ce n’est qu’une partie de l’histoire que ma mère m’a racontée. Je ne sais pas grand chose de la période à laquelle mon oncle a vécu en Espagne dans les années 1970. Ils me manquent.

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José Llagaría Jiménez y su hijo Fernando Llagaria Vazquez

José Llagaría Jiménez, padre de Fernando Llagaria Vazquez. Fernando vive en Andaya, Valencia y nació en Linares, Chile 1957. Ha vivido como un testigo privilegiado de los momentos más intensos de nuestra historia contemporánea en Chile y en España. Aquí hay unos extractos del testimonio de sus recuerdos recolectados de la revista de la casa Chile en Valencia (España), titulada “Copihue Rojo”. En Chile era “el gringito” y aquí en España, soy para mis amigos “el chileno”. Siento que tanto allí como aquí me lo dicen con todo afecto, ellos saben que soy el fruto de uno de esos miles de españoles que sufrieron el exilio para escapar de la dictadura de Franco y luego de la de Pinochet, que hicieron del mundo su patria y que fueron de aquí para allá buscando un rinconcito donde salvar la vida, alejado de tanto canalla con inmenso poder.
Somos los hijos del Winnipeg; “El barco de la esperanza” que llevó a más de dos mil refugiados a Chile…. Nunca te olvides de donde están tus raíces. Nací en Linares y allí viví diecisiete años…. Viajamos a España con la consideración de repatriados. … Fue un viaje lleno de contradicciones emocionales. Dejaba atrás a mis mejores amigos, Los Tapia y los Bahamondes, ellos nos fueron a despedir a la estación del tren. Allí dimos rienda suelta a nuestras emociones y entre muchos llantos y abrazos nos dijimos adiós, con un inmenso nudo en la garganta, sin poder ponerle palabras al momento, porque lo había prohibido la autoridad. Fueron momentos de gran ansiedad. Ignorábamos cómo nos iba a tratar el destino y ni siquiera teníamos la seguridad de que podríamos salir del país (Chile). Por fin a las 11 de la mañana de un 3 de septiembre partimos. Nunca imaginé que viviría en carne propia una experiencia similar a la que trajo a mi padre hasta Chile. De la misma manera que 35 años antes, mi padre se embarcaba en el puerto de Valparaíso para repetir esa travesía, pero a la inversa. Las coincidencias no podían ser mas macabras: la misma represión, la misma derrota, el mismo muelle, el mismo mes y el mismo día 4 de septiembre. Desde la otra orilla del planeta, desde el otro hemisferio de la historia. La vida es como un espejo; te sonríe si la miras sonriendo.

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Reflexiones de una exiliada por partida doble. Raquel Valero Oltra

Reflexiones de una exiliada por partida doble. Raquel Valero Oltra

Mi tío Ovidio Oltra Alonso viajó en el Winnipeg rumbo a Chile, huyendo de la persecución franquista, nada más acabar la guerra civil española, la cual él renombraba, en sus escritos, como “guerra incivil”. En el 47 se fueron mi tío Octavio, mi tía y mi prima de meses. Mis abuelos, fueron los siguientes. Nosotras fuimos en los 50. El viaje de exilio se cobró una vida: la de mi hermanito de un año, que enfermó de meningitis durante los largos días de travesía en alta mar. Un médico, sin escrúpulos, se gastó el dinero para antibióticos en morfina, para su consumo.

Me imagino que, al principio, con este precedente, fue difícil la estancia en Chile. Yo era muy chiquita. A los dos años nació un nuevo hermanito, allí. Llevo a Chile en el corazón y aunque nací en España, me costó mucho adaptarme aquí. Mi vida está marcada por las dictaduras, aunque nosotros volvimos un poco antes, a petición de mi abuelo Vicente Oltra, pero, ya no pudimos volver.

Como crecí en Santiago, no tengo muy claro de dónde soy, pero, quizá, eso no importa. Después de tanto tiempo, ya tengo mi vida hecha en Valencia. Aquí en Valencia estudié, aquí nacieron mis hijas y mis nietas, pero si se pudiera acercar Chile en el espacio, y estar cerquita de aquí, sería feliz. Gracias al Winnipeg y al viaje de mi tío, hermano mayor de mi madre, yo llegué a Chile y disfruté de ese hermoso país, pero las dictaduras, como ya he dicho, han redirigido mi vida.

Siento que todos y todas las que vivimos un exilio o tuvieron familiares muy cercanos que vivieron un exilio, tenemos, de alguna manera, un pasado o unas raíces comunes. Esas raíces y ese pasado, que sólo desde este nuevo siglo, empiezo a buscar. Una de las cosas, para mí, importantísima, fue volver a Chile en el 2003. Este nuevo viaje, me hizo preguntarme ¿de dónde soy exiliada, yo? Por lo visto, se supone, que, al nacer en España, sería de España, pero mi dolor y mi añoranza, durante años, fue y aún sigue siendo de Chile.

Hoy en día, estoy más adaptada aquí, sobretodo en Valencia, que era donde mi familia quería volver y la tierra que añoraba, pero nunca tengo claro: “de dónde soy”. Quizá como he escuchado ya a otra gente, medio santiaguina, medio valenciana. Siempre me he identificado como chileno-valenciana, España la sentía muy lejana, quizá por cuestiones políticas y esa bandera que no conocía, ni reconozco… pero este nuevo siglo, mis indagaciones y el encuentro de un grupo de Facebook de exiliados y familiares de exiliados en el Winnipeg rumbo a Chile, me está haciendo recolocar lo que fui y lo que soy, como un todo. Y cada vez, sin olvidar a Chile, me intereso más por todas las cuestiones relacionadas con este país, donde nací, y ahora, resido.

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Ovidio Oltra Alonso- sobrina- Raquel Valero

Mi tío Ovidio Oltra Alonso fue en el Winnipeg. Mis abuelos y mi otro tío y familia fueron al final de los 40. Nosotros fuimos en los 50, yo muy chiquitita. Tengo un hermano que nació allí. Llevo a Chile en el corazón y aunque nací en España, me costó mucho adaptarme aquí. Como crecí en Santiago, no tengo muy claro de donde soy, pero quizá eso no importa. Después de tanto tiempo, ya tengo mi vida hecha en Valencia. Aquí en Valencia estudié, aquí nacieron mis hijos y mis nietas, pero si se pudiera acercar Chile, en el espacio, y estar cerquita de aquí, sería feliz.
Gracias al Winnipeg y el viaje de mi tío, hermano mayor de mi madre, yo llegué a Chile y disfrute de ese hermoso país, pero las dictaduras marcan mi vida…

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Como mi abuelo Francisco Mencía, se convirtió en parte de esta historia y este poema

En 2015 estaba trabajando en un proyecto de visualización de datos marítimos y el recorrido de barcos cuando recordé que mi abuelo había vivido en Argentina. Sólo recientemente había encontrado una cédula -así llamaban allí a los carnets de identidad- en casa de mi madre,en su pueblo de origen que está en la provincia de Guadalajara, en España. Como hoy en día todo tipo de información se busca en internet, decidí escribir su nombre, Franciso Mencía Roy y el de la ciudad donde vivió en Argentina, Comodoro de Rivadavia. Cúal sería mi sorpresa cuando encontré su nombre y el de su hermano Cosme en la lista de pasajeros de un barco que se llamaba Winnipeg. Nunca imaginé que sus nombres pudieran aparecer en ese medio de comunicación, me quedé boquiabierta y desde ese momento mi proyecto siguió una trayectoria completamente diferente. Empecé a indagar sobre el Winnipeg, nadie en mi familia sabía que ellos había viajado en este barco. Después de la Guerra Civil en España, hubo muchos republicanos españoles que huyeron a Francia y los retuvieron en campos de concentración en el sur del país y, al parecer, mi abuelo y su hermano estuvieron en uno de estos campos. Para mí fue toda una revelación. Además descubrí que el famoso poeta Pablo Neruda, que trabajaba como cónsul oficial de inmigración, y vivía en Chile en ese momento, conmovido ante esa situación, con su amor a España y con un sentimiento solidaridad por la causa, había salvado a estos refugiados, para lo que contó con la colaboración de Pedro Aguirre Cerda, el Primer Ministro de Chile en esa época. Él fue quien organizó el buque del Winnipeg para que viajara a Valparaiso (Chile) desde Trompeloup (Francia) el 4 de agosto de 1939, con 2.200 exiliados de la Guerra Civil a los que aparentemente entrevistó y entre los cuales se encontraban mi abuelo y su hermano.

Resultaba increíble que, gracias a Pablo Neruda, mi abuelo se hubiera salvado de los campos de concentración franceses y hubiera conseguido un pasaje tan anhelado en aquel buque. Por lo que me han contado siempre tanto mi familia como el antiguo médico del pueblo, él trabajaba como enfermero y esto me hace suponer que su experiencia en esta profesión debió de ser muy útil en tan largo viaje. Intenté encontrar familiares que quizá me pudieran aportar más información, sin embargo, no obtuve ningún resultado hasta que, recientemente, descubrí que su hermano Cosme había estado casado en Chile y tenía descendientes.

Era sorprendente ver cómo no sólo la historia de mi abuelo se estaba desplegando ante mis ojos – al descubrir relatos e información sobre este importante acontecimiento histórico, que de hecho, todavía se pierde en la memoria de España, ya que no es bien conocido – sino también cómo este hecho había impactado e influido en mi propia vida.

Viajé a Buenos Aires y presenté el primer prototipo del proyecto en el festival de E-Poetry 2015, ante el asombro de la audiencia. El día de la apertura de la exposición en el Museo de la Inmigración (MUNTREF), lo que antiguamente había sido el hotel donde se alojaban los emigrantes que llegaban al puerto, tuve otra maravillosa sorpresa. El museo tenía digitalizadas todas las llegadas de pasajeros al puerto y encontré documentos que registraban la visita que mi abuela realizó para encontrarse con su marido el 12 de febrero de 1951, en el buque de Cabo de Buena Esperanza. Ella había viajado con todos sus hijos excepto con mi padre que, por ser mayor tuvo que quedarse en España para hacer el servicio militar. Mis tíos eran jóvenes, veinte años la mayor, dos chicos de dieciocho y dieciséis y la más pequeña de trece años. Esta fecha indica que la familia llevaba once largos años sin ver a mi abuelo. Cuando todo parecía volver a su cauce, mi abuelo falleció, apenas hacía dos meses del reencuentro, y mi abuela decidió regresar a España con la hija menor, mientras que los hijos mayores se quedaron para buscarse un futuro mejor. Finalmente se asentaron en Caracas (Venezuela). Años más tarde mi padre iría con mi madre a visitarlos, esta visita se alargó por siete años y allí nací yo.

Nunca pensé que le tendría que agradecer tanto al poeta de los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” (que yo había recomendado leer a muchos de mis alumnos cuando daba clases de español en Londres), al Pablo Neruda del “Libro de las preguntas”. Él ha contribuido a forjar, en cierto modo, mis intereses en la vida: los viajes, las culturas, los lenguajes, la literatura, el arte, el explorar y ser curiosa, el ser de otro sitio y por ello algo diferente, el ser triste y alegre a la vez, el mantenerme con los pies en el suelo, con entereza y perseverancia durante tantos años; porque veo ahora que es fruto de la herencia familiar. También tengo que añadir que a mi padre siempre le envolvió una tristeza y amargura debidas a la perdida de su padre. Cuando tenía unos once años, mi abuelo se fue a la guerra y más tarde al exilio y no volvió a verlo nunca más. A ello hay que sumar las muchas peripecias que conllevó el perder al cabeza de familia.

Se podría decir que esta historia precedente y que me ha acompañado, sin yo saberlo, es el fruto de muchos de mis proyectos y, sobre todo, de algunos muy relacionados al “Poema que cruzó el Atlántico” como son “Cityscapes: Social Poetics/Public Textualities” (“Panorámicas Urbanas: Poéticas Sociales/Textualidades Públicas”) 2005 y “Connected Memories” (“Memorias entrelazadas”) 2009. ¡Qué arraigados tenemos algunos sentimientos y qué ajenos somos a ellos!

Después del festival de E-Poetry Buenos Aires, fui a la maravillosa ciudad de Valparaiso en Chile, visité las casas de Pablo Neruda, Isla Negra, y a Santiago de Chile donde seguí investigando en archivos, centros comunitarios, galerías, haciendo videos, fotografías, hablando con gente y cuando me preguntaban que por qué había ido a Chile, les respondía que me había llevado mi abuelo. Era un sentimiento bonito que me reconfortaba y me hacía sentirme bienvenida en un país donde nunca había estado, pero que de alguna manera era parte de mi; sorprendentemente me sentía como en casa y con gratitud por la generosidad de su gente.

 

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Como mi abuelo se convirtió en parte de esta historia y este poema

Como mi abuelo se convirtió en parte de esta historia y este poema

En 2015 estaba trabajando en un proyecto de visualización de datos marítimos y el recorrido de barcos, que se puede ver en este enlace: http://lumacode.com/projects/gttw/ y tenía la intención de crear una visualización poética similar del puerto de Buenos Aires, cuando recordé que mi abuelo había vivido en Argentina. Sólo recientemente había encontrado una cédula -así llamaban allí a los carnets de identidad- en casa de mi madre,en su pueblo de origen que está en la provincia de Guadalajara, en España.

Como hoy en día todo tipo de información se busca en internet, decidí escribir su nombre, Franciso Mencía Roy y el de la ciudad donde vivió en Argentina, Comodoro de Rivadavia. Cúal sería mi sorpresa cuando encontré su nombre y el de su hermano Cosme en la lista de pasajeros de un barco que se llamaba Winnipeg. Nunca imaginé que sus nombres pudieran aparecer en ese medio de comunicación, me quedé boquiabierta y desde ese momento mi proyecto siguió una trayectoria completamente diferente. Era mucha la curiosidad para no seguir investigando y explorando las posibilidades de poder realizar un trabajo artístico, basado en un relato tan personal y tan intimo, además de histórico, para presentarlo en el Festival de E-Poetry (Poesía electrónica) en Buenos Aires, Argentina.

 
Empecé a indagar sobre el Winnipeg, nadie en mi familia sabía que ellos había viajado en este barco. Después de la Guerra Civil en España, hubo muchos republicanos españoles que huyeron a Francia y los retuvieron en campos de concentración en el sur del país y, al parecer, mi abuelo y su hermano estuvieron en uno de estos campos. Para mí fue toda una revelación. Además descubrí que el famoso poeta Pablo Neruda, que trabajaba como cónsul oficial de inmigración, y vivía en Chile en ese momento, conmovido ante esa situación, con su amor a España y con un sentimiento solidaridad por la causa, había salvado a estos refugiados, para lo que contó con la colaboración de Pedro Aguirre Cerda, el Primer Ministro de Chile en esa época. Él fue quien organizó el buque del Winnipeg para que viajara a Valparaiso (Chile) desde Trompeloup (Francia) el 4 de agosto de 1939, con 2.200 exiliados de la Guerra Civil a los que aparentemente entrevistó y entre los cuales se encontraban mi abuelo y su hermano.

(Pueden leer el poema de Neruda “Misión de Amor” en su libro Memorial de Isla Negra, donde explica cómo los embarcó, iba llamándoles y se presentaban indicando sus distintas profesiones. Además, los compara a semillas que él está esparciendo en el mar y van dirigidas a la paz.)

Se dice que cuando el barco estaba a punto de partir, Pablo Neruda estaba tan conmocionado por el clima emocional creado en el puerto que escribió: “Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”.

Resultaba increíble que, gracias a Pablo Neruda, mi abuelo se hubiera salvado de los campos de concentración franceses y hubiera conseguido un pasaje tan anhelado en aquel buque. Por lo que me han contado siempre tanto mi familia como el antiguo médico del pueblo, él trabajaba como enfermero y esto me hace suponer que su experiencia en esta profesión debió de ser muy útil en tan largo viaje. Intenté encontrar familiares que quizá me pudieran aportar más información, sin embargo, no obtuve ningún resultado hasta que, recientemente, descubrí que su hermano Cosme había estado casado en Chile y tenía descendientes. Desafortunadamente este descubrimiento fue después de que yo hubiera estado en Chile y todavía no he establecido ningún contacto con ellos.

Ante todo ello, el proyecto que había iniciado como exploración de visualizaciones de datos marítimos y el uso de aplicaciones móviles, se convirtió en una investigación sobre acontecimientos históricos de la Guerra Civil Española y de la Memoria Histórica, incluyendo la Memoria Española y Chilena. Encontré libros, exposiciones sobre el Winnipeg, sus pasajeros, sus vidas, familias y un enlace imprescindible al archivo de La Memoria Chilena y a dos grupos de Facebook. Era sorprendente ver cómo no sólo la historia de mi abuelo se estaba desplegando ante mis ojos - al descubrir relatos e información sobre este importante acontecimiento histórico, que de hecho, todavía se pierde en la memoria de España, ya que no es bien conocido - sino también cómo este hecho había impactado e influido en mi propia vida.

Como consecuencia, y con la intención de crear mi proyecto de visualización poética, contacté bibliotecas para ver si el trayecto del Winnipeg estaba digitalizado. Este registro de fechas del barco con las coordinadas de longitud y latitud me hubiera ayudado a crear una visualización de la ruta. Desafortunadamente estos datos nos los encontré digitalizados pero sí un mapa en el archivo de La Memoria Chilena con la ruta de Trompeloup a Valparaiso, que ahora se ha convertido en parte de este proyecto con los nombres de los pasajeros apareciendo como en una cadena de texto delineando la ruta del Winnipeg.

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Viajé a Buenos Aires y presenté el primer prototipo del proyecto en el festival de E-Poetry 2015, ante el asombro de la audiencia. El día de la apertura de la exposición en el Museo de la Inmigración (MUNTREF), lo que antiguamente había sido el hotel donde se alojaban los emigrantes que llegaban al puerto, tuve otra maravillosa sorpresa. El museo tenía digitalizadas todas las llegadas de pasajeros al puerto y encontré documentos que registraban la visita que mi abuela realizó para encontrarse con su marido el 12 de febrero de 1951, en el buque de Cabo de Buena Esperanza. Ella había viajado con todos sus hijos excepto con mi padre que, por ser mayor tuvo que quedarse en España para hacer el servicio militar. Mis tíos eran jóvenes, veinte años la mayor, dos chicos de dieciocho y dieciséis y la más pequeña de trece años. Esta fecha indica que la familia llevaba once largos años sin ver a mi abuelo. Cuando todo parecía volver a su cauce, mi abuelo falleció, apenas hacía dos meses del reencuentro, y mi abuela decidió regresar a España con la hija menor, mientras que los hijos mayores se quedaron para buscarse un futuro mejor. Finalmente se asentaron en Caracas (Venezuela). Años más tarde mi padre iría con mi madre a visitarlos, esta visita se alargó por siete años y allí nací yo.

Nunca pensé que le tendría que agradecer tanto al poeta de los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” (que yo había recomendado leer a muchos de mis alumnos cuando daba clases de español en Londres), al Pablo Neruda del “Libro de las preguntas”. Él ha contribuido a forjar, en cierto modo, mis intereses en la vida: los viajes, las culturas, los lenguajes, la literatura, el arte, el explorar y ser curiosa, el ser de otro sitio y por ello algo diferente, el ser triste y alegre a la vez, el mantenerme con los pies en el suelo, con entereza y perseverancia durante tantos años; porque veo ahora que es fruto de la herencia familiar. También tengo que añadir que a mi padre siempre le envolvió una tristeza y amargura debidas a la perdida de su padre. Cuando tenía unos once años, mi abuelo se fue a la guerra y más tarde al exilio y no volvió a verlo nunca más. A ello hay que sumar las muchas peripecias que conllevó el perder al cabeza de familia.

Se podría decir que esta historia precedente y que me ha acompañado, sin yo saberlo, es el fruto de muchos de mis proyectos y, sobre todo, de algunos muy relacionados al "Poema que cruzó el Atlántico" como son "Cityscapes: Social Poetics/Public Textualities" ("Panorámicas Urbanas: Poéticas Sociales/Textualidades Públicas") 2005 y "Connected Memories" ("Memorias entrelazadas") 2009. ¡Qué arraigados tenemos algunos sentimientos y qué ajenos somos a ellos!

Después del festival de E-Poetry Buenos Aires, fui a la maravillosa ciudad de Valparaiso en Chile, visité las casas de Pablo Neruda, Isla Negra, y a Santiago de Chile donde seguí investigando en archivos, centros comunitarios, galerías, haciendo videos, fotografías, hablando con gente y cuando me preguntaban que por qué había ido a Chile, les respondía que me había llevado mi abuelo. Era un sentimiento bonito que me reconfortaba y me hacía sentirme bienvenida en un país donde nunca había estado, pero que de alguna manera era parte de mi; sorprendentemente me sentía como en casa y con gratitud por la generosidad de su gente.

Finalmente, ahora hemos creado esta website que invita al lector, a los descendientes de los pasajeros y todo aquel interesado en este acontecimiento histórico a que añadan sus relatos para que éstos se conviertan en el material que crea la visualización poética del viaje del Winnipeg, o a lo que he titulado: “El Poema que cruzó el Atlántico”. Creo que vi este título en alguna de las lecturas y me gustó la idea de que el barco con sus muchas historias fuera el poema. Estos relatos entrelazados de los pasajeros y familiares, que llevó esta nave de carga, con sus sentimientos, esperanzas y despedidas que a raíz de este viaje se encuentran ahora representados en el mar del ‘World Wide Web’, junto con poemas de Pablo Neruda e información relevante.

Un poema creado por amor a un abuelo que nunca conocí, y a mi padre que desde los once años nunca volvió a ver a su padre. Y a todos aquellos que se encuentran actualmente en situaciones similares de dificultades, desplazamientos, perdidos y en el exilio.

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How My Grandfather Became Part of This Story

How My Grandfather Became Part of This Story

In 2015 I was working on a project which involved finding maritime data to create a visualisation of boats, which you can see in this link:
http://lumacode.com/projects/gttw/
and I was planning to develop it further into a poetic visualisation of the boats from the port of Buenos Aires, when I remembered that my grandfather had lived in Argentina.

I had only just recently found an ID card at my mother's house in their place of origin, a village from the province of Guadalajara in España. As nowadays we look for everything online, I decided to google his name, Franciso Mencía Roy and the name of the city where he lived in Argentina, Comodoro de Rivadavia, and to my surprise I found his name together with that of his brother Cosme, on the passengers' list of a boat called the Winnipeg. I was astonished as I didn't expect to find their names online and from this moment on, the project took a different direction. I was too curious not to carry on researching and exploring the possibilities to create an artistic project based on such a personal and intimate event, as well as historical to present it at the E-Poetry Festival in Buenos Aires, Argentina.

Therefore, I started to research about the Winnipeg, nobody in my family knew they had travelled on this boat. After the Civil War in Spain, there were many Spanish Republicans that fled to France and were kept in concentration camps in the south of the country and it seems as though my grandfather and his brother were in these camps. This news was a massive surprise for all the family and more so when I also discovered that the famous poet Pablo Neruda from Chile, who worked as the Consul Immigration Officer, living in Chile at the time, with his love for Spain and moved by this situation, in a gesture of solidarity, had decided to help these refugees with the assistance of Pedro Aguirre Cerda, the Prime Minister of Chile at the time. He organised the Winnipeg and interviewed every passenger on the boat, being able to accommodate 2,200 Spanish civil war exiles to travel from Trompeloup, France to Valparaiso, Chile on the 4 of August 1939. (You can read Neruda's beautiful poem "Misión de amor" in his book Memorial de Isla Negra. It might be translated like “A Labour of love” or “Love mission” where he explains how he was calling them and they were appearing with their different professions. He also compares them to seeds he is spreading over the sea on their way to peace.)

It is said, that when the Winnipeg was about to leave, Pablo Neruda was so touched by the emotional atmosphere created at the port with the people leaving, that to keep this memory, he wrote: "Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie". "The critics may erase all of my poetry but this poem that I today remember, nobody will be able to erase".

I was completely astonished that thanks to Pablo Neruda, my grandfather had been saved from the concentrations camps in France and given a place to travel on this vessel. As far as I know, he was a medic so I presume this must have been a valuable skill to have in a long trip like this one. I tried to find any long lost family who might have any information about the Winnipeg, perhaps have family in Chile but I had not much luck until recently, when I was told Cosme, his brother, had been married in Chile and had family there. This unfortunately came after I had already had been to Chile and I am yet to be in touch with them.

Thus, starting with the exploration of the visualisation of maritime data and the use of mobile Apps, my artistic research evolved into reading about historical events of the Spanish Civil War and the Historical Memory including Spanish and Chilean Memory. I have found books, exhibitions about the Winnipeg, its passengers, their lives, family and a very useful link to the archive of La Memoria Chilena. It was amazing to see not only my grandfather's story unravelled in front of my eyes- at discovering stories and information about this important historical event, which as a matter of fact, it is still lost in the memory of Spain as it is not that well known- but also how this fact had impacted and influenced my own life.

To start with I was interested in creating a poetic visualisation of the ships traveling to Latin America during the month of August 1939, with the Winnipeg being the star as the cargo ship of many feelings, hopes and farewells. I contacted libraries to find the log of the Winnipeg or any digitised information about the boats sailing on that year from France or Spain to Latino America but I have yet to find the route of the Winnipeg digitised. The data and coordinates would have been useful to visualise an accurate route but I found a map in the archive of La Memoria Chilena showing the trajectory from Trompeloup to Valparaiso, which now has become part of the project with the name of the passengers appearing as a string of text delineating the route of the Winnipeg.

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I travelled to Buenos Aires and presented the first prototype of the project at the E-Poetry 2015 Festival, getting the audience engaged and curious about the story. The day of the opening at the Museo de la Inmigración (MUNTREF), which in the past had been the hotel of the immigrants because of its vicinity to the port, I had another amazing surprise. I found out they had digitised all the passengers’ arrivals to the port and consequently, I found documents stating the arrival of my grandmother and her four children on their visit to my grandfather on the 12th of February 1951 in the vessel of Cabo de Buena Esperanza. She had travelled with all her children apart from my father because due to his age he had to do the military service in Spain. My aunts and uncles were young, with ages from twenty the oldest girl, eighteen and sixteen the two boys and thirteen the youngest girl. The date revealed that they hadn't seen my grandfather for very long eleven years, and on top of it all, we found out the reason why my grandmother and her youngest daughter had shortly come back to Spain, was because my grandfather died soon after they arrived. The three other children stayed in Latino America looking for a better live until they finally settled in Caracas, Venezuela. Years later my father travelled with my mother to visit his family, this visit was extended to seven years and there I was born.

I would have never thought I was going to be indebted to the poet responsible for the "Twenty Love Poems: And A Song of Despair” that I had so many times recommended to my students of Spanish in London, the Pablo Neruda of the “The book of questions”- for how he had forged and contributed somehow to my interests in life: travelling, cultures, languages, literature, art, the need to explore and be curious, the always feeling like being from somewhere else and somehow different, of being melancholic and happy at the same time, of being able to stand up on my own two feet with perseverance and determination, because somehow I had inherited this from my family. And finally for having saved my grandfather and his brother. I also need to add that my father was always surrounded by a sadness and bitterness due to losing his father when he was about eleven years old, when my grandfather went to war and later to exile and never to see him again, and for the consequences it all brought.

It could be said that this story that has accompanied me, without me knowing, is the fruit of many of my projects and especially of those very related to this "Poem that crossed the Atlantic" such as: "Cityscapes: Social Poetics / Public Textualities" 2005 and "Connected Memories" 2009. How unaware we are of some of our deeply ingrained feelings!

After the E-Poetry Festival in Buenos Aires, I wanted to research this further and went to the wonderful and magical city of Valparaiso in Chile, I visited Neruda's houses, Isla Negra, and Santiago de Chile where I carried on researching on archives, community centres, galleries, videoing, taking photographs, talking to people and when they asked me why I was visiting Chile, I told them my grandfather had taken me there. It was a beautiful feeling, which warmed my heart and made me feel welcomed as if somehow part of me belonged to that country, I felt at home in a country where I had never been and had gratitude for its generosity.

Finally, now we have created this website which invites the reader, the passengers’ families and anybody interested in this event to add their stories, so these become the material for the poetic visualisation of the journey of the Winnipeg, what I have tiled “The Poem that Crossed the Atlantic”, I think I saw this title somewhere on line or in the readings and I liked the idea of the vessel with its many stories to be the poem. These interconnected stories of the passengers and family which this cargo vessel carried, with their feelings, hopes and farewells, are now represented in the sea of the World Wide Web, together with the poems by Pablo Neruda and relevant information about this event.

A poem created with love to a grandfather I never met, and to my father who never saw his father again from the age of eleven. And to all of those who are currently in similar situations of hardship, displacement, lost and in exile.

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