Francia enviaba a los republicanos a los campos de concentración

Antes de cruzar los Pirineos, muy pocos se preocuparon de imaginar la acogida que tanto las autoridades como le pueblo francés les brindarían, pues no había motivos para desconfiar. Cuán duro le resultó aceptar la realidad!Francia enviaba a los republicanos a los campos de concentración, los consideraba prisioneros de guerra, los rodeaba de alambradas, apostaba una nutrida vigilancia en tomo a ellos y no les proporcionaba un techo para protegerlos de las lluvias, el viento y el frío. Sólo recibieron un trozo de pan y agua que tardó a llegar a sus manos.
Las primeras palabras francesas que oyeron los refugiados fueron una orden seca: “Allez!, allez! Circulez!, circulez!” y sonaron como martillazos en sus cabezas. ( En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir, página 34)

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campos de concentración- la unión de la vida y la muerte

Los campos de concentración en Francia europea fueron varios: Le Perthus, Prats de Molló, Argelés sur Mer, Agde, Saint Cyprien, Tour de Carol, Mont Louis, Amélie-Les Bains, Arles sur Tech, Vernet-les Bains, Gurs, Barcarés, Septfonds, Bram, Mazéres…Hubo otros en suelo argelino y marroquí. En cada uno de ellos, miles de refugiados alimentaban sus esperanzas, estoicamente, mientras a su alrededor nacían criaturas que eran paridas sobre húmedas arenas y cientos de disentéricos agonizaban y contagiaban a sus compañeros de infortunio. Eran la vida y la muerte que nuevamente se unían, ahora en tierra extanjera. (En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir, páginas 35-36)

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martes 28 de enero de 1939

Para bajar la presión que ejercían los miles de refugiados agolpados en la frontera, el Ministro del Interior de Francia, Albert Serraut, ordenó: “Dejen pasar a las mujeres y a los niños, atiendan a los heridos y devuelvan y cierren la puerta a los hombres válidos”. Era martes 28 de enero. ( En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir, página 33)

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Neruda Poemas

“Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres (…)
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños (…)
Venid a ver la sangre por las calles,
Venid a ver
la sangre por las calles,
Venid a ver la sangre
por las calles!……” Neruda

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Winnipeg, una palabra alada

Me gustó desde un comienzo la palabra ‘Winnipeg’. Las palabras tienen alas o no las tienen. Las ásperas se quedan pegadas al papel, a la mesa, a la tierra. La palabra ‘Winnipeg’ es alada. La vi volar por primer vez en un atracaderp de vapores, cerca de Burdeos. Era un hermoso barco viejo, con esa dignidad que dan los siete mares a lo largo del tiempo. Lo cierto es que nunca llevó aquel barco más de setenta u ochenta personas a bordo. Lo demás fue cacao, copra, sacos de café y arroz, minerales. Ahora le estaba destinado un cargamento más importante: la esperanza. (Pablo Neruda en la portada de Los españoles del Winnipeg, el barco de la esperanza de J. Ferrer Mir)

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Biografia de Neruda en el archivo de la Memoria Chilena

Uno de los poetas más importantes de la literatura mundial del siglo XX. La influencia de su vida y obra trasciende el ámbito literario, permeando todos los campos de la cultura popular y académica, la historia política y social del país.
Pablo Neruda fue uno de los poetas más fecundos de la literatura chilena, latinoamericana y mundial del siglo XX. La influencia de su vida y obra trasciende el ámbito literario, permeando todos los campos de la cultura popular y académica, irradiando la historia política y social del país y alzándose como un referente indiscutido para la creación artística contemporánea.
En 1918 publicó sus primeros poemas, “Mis Ojos” y “Primavera”, en la revista Corre Vuela, uno de los primeros exponentes del periodismo moderno chileno. Pese a su germinal talento, la poesía no fue del agrado de su padre. De ahí en octubre de 1920 el joven Neftalí Reyes decidió adoptar el seudónimo de Pablo Neruda, con el fin de evitar las preocupaciones familiares y ocultar así los esperados altibajos en la precoz trayectoria de un joven poeta provinciano.
En 1921, con apenas 16 años de edad, Neruda se trasladó a Santiago con el objetivo de estudiar Pedagogía en Francés en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. El ambiente intelectual y literario en torno a la Universidad y la vida bohemia santiaguina permitió que Neruda interactuara con otros poetas y escritores, integrando la conocida generación literaria de 1920 compuesta entre otros por Tomás Lago, Alberto Rojas Jiménez, Juvencio Valle y Romeo Murga. Nutrido por esta feliz coyuntura Neruda logró difundir sus primeros trabajos y participar en concursos de poesía como la Fiesta de la Primavera, organizada por la Federación de Estudiantes de Chile, donde fue merecedor del primer puesto por su poema “La Canción de la Fiesta” en 1921.
En esta primera época, la obra de Neruda estuvo marcada por una poesía autorreferencial, abundando alusiones ligadas a experiencias personales en torno al amor y la nostalgia, pero que se caracterizó por la sensibilidad de expresar y entrar en comunión con los sentimientos de otros. En 1923 y con gran aceptación de críticos como Alone, Raúl Silva Castro y Pedro Prado, Neruda publicó Crepusculario donde reunió parte de sus primeros escritos. En 1924 la Editorial Nascimiento publicó Veinte poemas de amor y una canción desesperada, texto fundamental plagado de erotismo y romanticismo, que lo catapultó como uno de los escritores más prodigiosos del ámbito nacional. De esta época también responde sus incursiones por la vanguardia reflejada en su única novela El Habitante y su Esperanza y Tentativas del Hombre Infinito.

 

Memoria Chilena Fuente: http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3638.html

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Neruda Poemas: Misión de amor, en su libro Memorial de Isla Negra

Yo los puse en mi barco.

Era de día y Francia

su vestido de lujo

de cada día tuvo aquella vez,

fue

la misma claridad de vino y aire

su ropaje de diosa forestal.

Mi navío esperaba

con su remoto nombre “Winnipeg”

Pero mis españoles no venían

de Versalles,

del baile plateado,

de las viejas alfombras de amaranto,

de las copas que trinan

con el vino,

no, de allí no venían,

no, de allí no venían.

De más lejos,

de campos de prisiones,

de las arenas negras

del Sahara,

de ásperos escondrijos

donde yacieron

hambrientos y desnudos,

allí a mi barco claro,

al navío en el mar, a la esperanza

acudieron llamados uno a uno

por mí, desde sus cárceles,

desde las fortalezas

de Francia tambaleante

por mi boca llamados

acudieron,

Saavedra, dije, y vino el albañil,

Zúñiga, dije, y allí estaba,

Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa,

grité, Alberti! y con manos de cuarzo

acudió la poesía.

Labriegos, carpinteros,

pescadores,

torneros, maquinistas,

alfareros, curtidores:

se iba poblando el barco

que partía a mi patria.

Yo sentía en los dedos

las semillas

de España

que rescaté yo mismo y esparcí

sobre el mar, dirigidas

a la paz

de las praderas

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