Lista de pasajeros- mi abuelo y su hermano

Después de la Guerra Civil en España, muchos de los republicanos españoles que huyeron a Francia terminaron en los campos de concentración del sur del país y entre ellos se encontraban mi abuelo Francisco Mencía Roy y su hermano Cosme Mencía Roy.
En 2015 cuando estaba haciendo un proyecto de visualización de barcos y poesía, con la idea de presentarlo en el festival de e-poetry en Buenos Aires, es cuando hice este descubrimiento al encontrar sus nombres en el internet, en una lista de pasajeros de un barco de carga llamado Winnipeg. El famoso poeta Pablo Neruda, que trabajaba como cónsul oficial de inmigración, y vivía en Chile en ese momento, por su amor por España y con la solidaridad de la causa, decidió ayudar a estos refugiados con la asistencia de Pedro Aguirre Cerda, el Presidente de Chile en ese momento. Neruda fue el que flotó el barco el 4 de agosto de 1939 del Puerto de Trompeloup – Pauillac (Francia) a Valparaíso (Chile), con cerca de 2.200 españoles exiliados
En un principio pensé que sería una buena idea crear una visualización de los barcos que viajaron a América Latina durante el mes de agosto de 1939, con el Winnipeg siendo la estrella, como la nave de cargo de muchos sentimientos, esperanzas y despedidas. Desafortunadamente no fue fácil encontrar la información sobre los barcos digitalizada pero la emoción de ver el nombre de mi abuelo en el internet y esta parte de la historia de su vida y, de España, me llevo a investigar más en este terreno y tomar la oportunidad de a la vez que viajaba a Buenos Aires, visitar Valparaiso y Santiago de Chile el el verano del 2015. (M.Mencía)

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Neruda Poemas: Misión de amor, en su libro Memorial de Isla Negra

Yo los puse en mi barco.
Era de día y Francia
su vestido de lujo
de cada día tuvo aquella vez,
fue
la misma claridad de vino y aire
su ropaje de diosa forestal.
Mi navío esperaba
con su remoto nombre “Winnipeg”
Pero mis españoles no venían
de Versalles,
del baile plateado,
de las viejas alfombras de amaranto,
de las copas que trinan
con el vino,
no, de allí no venían,
no, de allí no venían.
De más lejos,
de campos de prisiones,
de las arenas negras
del Sahara,
de ásperos escondrijos
donde yacieron
hambrientos y desnudos,
allí a mi barco claro,
al navío en el mar, a la esperanza
acudieron llamados uno a uno
por mí, desde sus cárceles,
desde las fortalezas
de Francia tambaleante
por mi boca llamados
acudieron,
Saavedra, dije, y vino el albañil,
Zúñiga, dije, y allí estaba,
Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa,
grité, Alberti! y con manos de cuarzo
acudió la poesía.

Labriegos, carpinteros,
pescadores,
torneros, maquinistas,
alfareros, curtidores:
se iba poblando el barco
que partía a mi patria.
Yo sentía en los dedos
las semillas
de España
que rescaté yo mismo y esparcí
sobre el mar, dirigidas
a la paz
de las praderas.

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