Salvador Morenas Mas

Salvador Morenas Mas, nos cuenta: También hice amistad con un andaluz llamado Francisco Requena, de profesión barbero. Era un hombre alegre siempre con su sonrisa en la cara que el sistema a flor de labios, que contrastaba con la amargura y tristeza que se refleja en el rostro de la mayoría. Para combatir la monotonía de la vida en el campo de concentración y como una forma de ganar algún dinero, Requena instaló una barbería junto a su barracón. Todos los días repartía 20 números gratis para rasurarse y al resto les cobraba. Las afeitadas gratuitas eran cuatro navajazos, nada más, no se podría reclamar.

Nuestros grandes enemigos eran el aburrimiento y la inacción. Para combatirlos, había que usar la imaginación.

Uno de los de mi barraca añoraba a la novia que había dejado en Mataró. Un día le escribió y después de algún tiempo llego a las manos de mi amigo una extensa carta de amor firmada por su novia.

Permanecí casi seis meses en Agde, sobrellevando una vida sin rumbo, rutinaria, carente de expectativas, junto a varios miles de republicanos y demócratas como yo, pero mi juventud me aporto las fuerzas necesarias para vencer el hambre, el frío y las penas. Allí cumplí los 19 años de edad. p.46-47

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Argeles sur Mer- Juan Carrasco

Juan Carrasco, militar profesional republicano, en su libro de La Odisea de los Españoles Republicanos en Francia.
‘Las condiciones de vida en el campo de Argeles eran precarias, el espacio vital mínimo y la promiscuidad hacía irascibles a las gentes. Ya se puede imaginar el lugar destinado a la satisfacción de las necesidades fisiológicas: éste era un cerco próximo a la playa donde los refugiados – hombres mujeres y niños- convergían para defecar. No se podía entrar en semejante estercolero sin pisar excrementos, el espacio era tan reducido que la gente en cuclillas casi se tocaban.
Hoy es difícil creer que los refugiados españoles vivieron en semejantes condiciones en las hermosas playas del Rosellón francés.’ (En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir,p.39)

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Argelés-Sur-Mer

Argelès-sur-Mer
El campo de Argelés-Sur-Mer llegó a contar con una población superior a las 90.000 personas. (En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir,p 38)
Le camp d’Argelès-sur-Mer a fini par abriter plus de 90 000 personnes. (Los Espagnoles de Winnipeg, J. Ferrer Mir, p.38)
The camp in Argelès-sur-Mer eventually held more than 90 000 people. (Los Espagnoles de Winnipeg, J. Ferrer Mir, p.38)

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Juan Carrasco- campo de Agde

Desde un comienzo, las condiciones de vida en los campos de concentración fueron infrahumanas. En algunos, como en el de Agde, por ejemplo, a la llegada de los primeros miles de refugiados no había nada, absolutamente nada y solo después de largos días, soportando las inclemencias del tiempo, hicieron su aparición camiones del ejército francés cargados de tablones con los cuales los mismos refugiados debieron construirse barracones, que nunca alcanzaron el número suficiente para cobijarlos a todos. Juan Carrasco en su libro ‘La odisea de los republicanos españoles en Francia’. (En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir,Páginas 39 y 40)

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Salvador Morena Mas

Salvador Morenas Mas nos cuenta: Apenas cruzamos la frontera con Francia, nos desarmaron a todos. Era una gran vaguada rodeada de montañas; por la parte baja corría un río. En el contorno, cada 10 m, un guardia senegalés vigilaba que ningún refugiado abandonar a lugar. Tenían orden de tirar al que lo intentara y fueron muchos los que cayeron. Cientos de personas llegaban por diferentes senderos y desembocaron en ese punto. En Agde se formaron poco a poco tres campos de concentración. A mí me tocó en el campo número uno. Éstos campos los llamaban de los catalanes porque casi todos lo éramos. También llegó al campo número uno de aquí de Juan Vélez Soriano (catalán, 69 años), el más joven de los combatientes republicanos que viajo a Chile a bordo del Winnipeg. 44, 45

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Joan Abril -Sant Cyprien-16 despues

Al cabo de 16 años regrese a la playa de Saint Cyprien. Era una mañana calurosa de agosto. ¡Qué campo más notable! No había ni rastro del campo de concentración, no se veía ningún detalle que se recordará que el recinto horrible. en su lugar, oye existe una espléndida organización con grandes avenidas y calles bordeadas elegantes chalets, de casas lujosas y departamentos con jardines deliciosos. Me resultó agradable observar la amplia extensión del mar, cuyas hola sigan llegando sobre la playa lisa. La gente que actualmente reside allí no puede imaginarse que antes existía un trozo de playa regada con las lágrimas de millares de desventurados y que muchos murieron allí de enfermedad, de hambre y de añoranza. Los alegres grupos que hoy vienen a bañarse no saben nada de aquellos hechos trágicos y también ignorar las escenas más inhumanas que sucedieron en estas playas. Aun kilómetro escaso de esta organización, en la carretera de Elne, hay un lugar extenso cerrado por paredes bajas y un portón de hierro. En un costado del portal se encuentra la lápida de mármol que recuerda esa mortandad: cementerio de los refugiados españoles muertos en el campo de Shane Ciprien. Algunas cruces de madera sobresalen por entremedio de la hierba silvestre que crece sobre los restos anónimo usted centenares de españoles. Página 50-51

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Joan Abril -Sant Cyprien

Después de cruzar los Pirineos la frontera está vigilada por un ejército de gendarmes los fugitivos la atravesábamos a paso de caracol. A partir de aquí todos los fugitivos fueron conducidos como si fuesen prisioneros, por soldados comandados por los oficiales despóticos inflexibles que repartían bastonazos adiestra y siniestra. Los caminantes formamos una procesión triste que parecía no tener fin. Al oscurecer la columna humana atravesó las calles del palacio de vidrio. En aquellos instantes, los vecinos aguardaban con afectuoso respeto. Estoy seguro de qué pensaban que sería de tantos millares de vencidos arrastrados por la tempestad bélica. Al día siguiente entramos al campo de concentración de Sant Cyprien. Todo el enorme campo estaba cerrado por altas alambradas de púas. Solamente existía una puerta de entrada, controlada por un grupo de gendarmes.
Resultados senegaleses cada uno tenía una ametralladora siniestra apuntando hacia la gran masa humana allí concentrada. Es una de las cosas que causa más angustia el describir aquel campo de concentración, de dolor, de miseria y de desesperación.

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Joan Abril, campo de concentración de Saint Ciprien

Todo el recinto hasta el mar estaba tapizado por una desorbitante multitud. No cabía hombre más.
Las mujeres y los niños estaban concentrados en otro campo. Los guardias franceses daban tiempo cosa de comer a los exiliados de la guerra española. Causaba horror el ver aquel espectáculo verdaderamente trágico los rostros famélicos, febriles, de los desvalidos que soportaban las inclemencias meteorológicas Y que dormían sobre la arena húmeda. Todos deberíamos en la buen pura de los pantanos llenos de parásitos, de Juncos podridos y de hierba anémica. Era una agua salada que ocasionaba trastornos intestinales. Se ha escrito mucha literatura referente al campo de concentración de Saint Ciprien. Ninguno de los autores ha exagerado la realidad de ese infierno, pues todos han dicho siempre la verdad. (En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir, p 50)

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republicanos en campos de concentracion

¡Cuán duro le resultó aceptar la realidad! Francia enviaba a los republicanos a campos de concentración, los consideraba prisioneros de guerra, nos rodeaba y alambradas, apostaba una nutrida vigilancia en tomo a ellos y no les proporcionaba un techo para protegerlos de las lluvias, el viento y el frío. Solo recibieron un trozo de pan y agua que tardo bastante en llegar a sus manos. ( En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir, p 34)

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