Ovidio Oltra Alonso – Raquel Valero
My uncle, Ovidio Oltra Alonso, went on the Winnipeg. My grandparents, my other uncle and his family went to Chile in the late 40s. My family and I went in the late 50s — I was still very young at the time. One of my brothers was born there. Although I was born in Spain, I still carry Chile in my heart and it was hard for me to adapt here. Since I grew up in Santiago, I’m not sure exactly where I’m from, but maybe it doesn’t matter. After all this time, I settled in Valencia. This is where I studied, where my children and grandchildren were born; but I know that if Chile could somehow move closer to where I live now, I would be happier for it. Thanks to the Winnipeg and to my uncle’s journey (my mother’s older brother), I went to Chile and was able to enjoy this beautiful country, but dictatorships have left their mark on my life…
Month: July 2017
Ovidio Oltra Alonso – Raquel Valero
Ovidio Oltra Alonso – Raquel Valero
Mon oncle, Ovidio Oltra Alonso, était à bord du Winnipeg. Mes grands-parents, mon autre oncle et sa famille ont rejoint le Chili a la fin des années 40. Ma famille et moi y sommes partis à la fin des années 50 – j’étais encore très jeune. J’ai un frère qui est né là-bas. Bien que je sois née en Espagne, je porte le Chili au fond de mon coeur et j’ai eu beaucoup de mal à m’intégrer ici. Comme j’ai grandi à Santiago, je ne saurais dire exactement d’où je viens, mais au fond, peut-être que cela n’a pas d’importance. Après tant d’années, j’ai fini par m’établir à Valence. C’est ici que j’ai fait mes études, ici que sont nés mes enfants et petits-enfants, mais je sais que si le Chili pouvait soudainement se déplacer dans l’espace et se rapprocher de là où je vis, j’en serais encore plus heureuse. Grâce au Winnipeg et au voyage de mon oncle, le frère aîné de ma mère, je suis allée au Chili et j’ai pu profiter de ce beau pays, mais les dictatures ont marqué ma vie…
Exiled – Raquel Valero
Where am I from? Exiled – Raquel Valero
I think that all of us who write here we share, one way or another, a common past or common roots. It wasn’t until the beginning of this century that I started looking for mine. One of the most important steps in that direction was my trip to Chile in 2003. I then wondered “where am I exiled from?” Since I was born in Spain, you would think that I would be Spanish… Yet, for many years, I longed and ached for Chile. I’m now well settled here, especially in Valencia, where my family always wished to return and for which I always felt a pang of nostalgia; yet I still can’t tell where I’m from. Maybe, as Sylvia said, I’m half from Santiago and half from Valencia. I always say that I am “Chilean-Valencian”, because Spain feels further away, perhaps because of politics and because of this flag that I did not know, and still do not know today.
Exilée – Raquel Valero
Exilée – Raquel Valero: Je pense que nous tous qui écrivons ici, nous partageons, d’une façon ou d’une autre, un passé ou des racines communes. Ces racines et ce passé, je n’ai commencé à les chercher qu’au début de ce siècle. Mon séjour au Chili en 2003 a été un événement capital. Je me suis alors demandé où j’étais exilée, moi. Je suis née en Espagne et on pourrait donc dire que je suis espagnole… Mais pendant des années, j’ai éprouvé de la peine et de la nostalgie chaque fois que je songeais au Chili. Je suis maintenant bien intégrée, en particulier à Valence, cet endroit où ma famille a toujours voulu retourner et qui m’a toujours inspiré un sentiment de nostalgie, mais je ne saurais toujours dire d’où je viens. Peut-être que, comme le dit Sylvia, je suis à moitié de Santiago et à moitié de Valence. Pourtant, je dis toujours que je suis « chilienne-valencienne » parce que l’Espagne me semble plus lointaine, peut-être à cause de la politique et de ce drapeau que je ne connaissais pas, et ne reconnais toujours pas aujourd’hui…
El Winnipeg alado
Desde un comienzo me gustó la palabra Winnipeg. Las palabras tienen alas o no las tienen. Las ásperas se quedan pegadas al papel, a la mesa, a la tierra. La palabra Winnipeg es alada. La vi volar por primera vez en un atracadero de vapores, cerca de Burdeos. Era un hermoso barco viejo, con esa dignidad que dan Los siete mares a lo largo del tiempo. Lo cierto es que nunca llevo aquí el barco más de 70 u 80 personas abordo. Lo demás fue cacao, compra, sacos de café y arroz, minerales. Ahora le estaba destinado un cargamento más importante: la esperanza. Pablo Neruda
From the beginning I liked the word Winnipeg. Words have wings or they don’t. The rough ones stick to the paper, to the table, to the earth. The word Winnipeg is ‘winged’. I saw it flying for the first time in a dock of steamers near Bordeaux. It was a beautiful old ship, with that dignity given by The Seven Seas, over time. The truth is that the cargo vessel had never taken more than 70 or 80 people on board. The rest was cacao, sacks of coffee and rice, minerals. Now it was destined for a different kind of cargo: that of hope. Pablo Neruda
Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra.5
A nosotros nos trajo un barco. Con unos marinos que habían sido luchadores por nosotros, durante toda la guerra, trayendo armas y municiones y personal y toda clase de pertrechos. Iban desde Burman, en el norte de Europa, atravesando el estrecho de Gibraltar y llegaban hasta Odesa, y de Odesa pasaban por España y volvían a Burman, y así. Estos hombres formaban la gran mayoría del barco. Pero había, el capitán y unos pocos oficiales muy derechistas que realmente trataban de sabotear el viaje, aunque nosotros entonces no nos dimos mucha cuenta. Ese grupo de hombres estuvieron en Chile retenidos. Porque el barco llega el día 3 de septiembre y la Guerra Mundial también empieza ese día. Francia envió un cable diciendo que el barco quedaba requisado a las ordenes del almirantazgo francés. Pasaron 8 o 10 días y no ocurría nada. El día 10 son invitados, estos marinos, por el Frente Popular y tienen un gran acto en el teatro Caupolicán, donde son muy bien atendidos y después los llevan a un campo vecino de Santiago, donde les hacen un asado. Por la tarde dan un paseo por el centro de la ciudad. Esta gente, el día 12, recibieron la orden del cónsul de embarcar para Francia. Aquí se suscitó la controversia, directamente con el capitán y ciertos oficiales. Ellos no querían volver en ese barco, pero a su vez no querían volver a Francia por que Francia estaba en Guerra. De manera que ahí hubo 8 o 10 días de pelea, hasta que se les consideró como insubordinados. Subieron al Winnipeg marinos chilenos, con fusiles, y los llevaron detenidos. Los tuvieron en una prisión militar. La esposa del doctor Herzog trató de arreglar esto. Se vino hasta Santiago. Como había conocido ya a muchos políticos, se reunió con ellos. Los políticos de más categoría en Chile, en ese momento, instaron al Gobierno a que tuviera un consejo de Ministros, si el Ministro del Interior solo no lo resolvía. Se celebró un consejo de Ministros el día 21 de septiembre. El 22 de septiembre, el Consejo de Ministro ordenó liberarlos. Puesto de acuerdo con el embajador de Francia, dieron la opción, a los que querían volver con este capitán y a los que querían quedarse. 150 se quedaron. Estos 150 quedaron comprometidos a embarcarse lo antes posible, porque ellos no negaban que querían ir a Francia y defender a Francia, pero no querían viajar con el capitán del Winnipeg, a quien consideraban un traidor. Se embarcaron en el vapor Aconcagua y en Copiapó tuvo que parar porque el doctor Herzog y la mujer se enfermaron, sobre todo él, tuvieron que bajarlo con una fiebre altísima.
Los marinos llegaron con el Aconcagua a Balboa. En Balboa los han metido en un campo de concentración, con el pretexto de una cuarentena. Los tuvieron allí 7 u 8 días hasta que llegó un barco francés. Este barco los tomó y los llevó a Cayena, donde embarcaron a unos 50 condenados a cadena perpetua o a trabajos forzados, pero que el gobierno los perdonaba si se inscribían para ir a la primera línea de combate en la guerra. Trataban mejor en este barco, -La salle- a los forzados que a estos marinos. Llegaron a Bres y de Bres a Burdeos y ahí los metieron presos en un castillo y les hicieron un juicio. La odisea de ellos duró hasta el 28 de diciembre, en que los liberaron. Pero la liberación no duró mucho ya que los mandaron a las unidades de guerra a la que habían sido destinados. Ellos nos salvaron, pero tuvieron que pasar muchos peligros y sinsabores.
60º Aniversario de la llegada del Winnipeg a Chile. Centro Cultural de España. Santiago de Chile. 7 de Septiembre de 1999. (Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra.5)
Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra.4_ llegada a Valparaiso
El mar se movía bastante. Cuando llegamos a Arica, prácticamente todo se había, de nuevo, calmado. Entrábamos en Chile con un mar calmo, como dice su himno. Ya entrando a Arica, subieron las autoridades, subieron los oficiales de policía internacional, subieron los médicos, empezaron a vacunar, empezó la gente a distraerse y empezó a mirar hacia la costa y aunque no se veía nada, porque la costa sólo un muro, la costa de Chile, entre Valparaíso y Arica es como un muro, nada más, no hay un árbol, casi no se ven ciudades.
Llegamos a Valparaíso en una noche estrellada, que nos llenó de una impresión imponderable. Ver la bahía toda rodeada de multicolores luces. Esa es la impresión que muchos guardaremos siempre. Yo me quedé, como otros muchos, hasta muy tarde, mirando. No habíamos pisado terreno firme desde Burdeos y aquello iba a ser nuestro terreno firme. La impresión esa se grabó para siempre. Cuando me fui a dormir ya era tarde, no pude casi dormir. Al día siguiente, temprano, empecé a oír por todos los pasillos, la gente arrancando con sus maletas, sus valijas y armando un lío fenomenal, entonces también me tuve que levantar y llegar a cubierta. Ahí, abajo, había una multitud enorme esperando que se diera la orden de bajar. Ese es un recuerdo que realmente no se olvidará jamás.(Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra.4)
Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra.3
En mi calidad de delegado de un partido, pronto me encontré con los delegados de los otros partidos. Empezamos a pensar en lo que podíamos hacer. Entre las cosas que se nos ocurrió fue hacer una especie de diario de viaje, para que todo el mundo se enterara de las noticias, de lo que pasaba en el mundo, porque la radio del buque nos daba el mensaje de lo que llegaba, se traducía y se hacía un cartel que pintaba Mauricio Amster, un hombre después muy importante en la gráfica chilena, porque era gran dibujante, gran diseñador. En esos primeros días tomamos conciencia de que la gente nuestra estaba muy dividida. Estaba muy calificada entre republicanos, comunistas, socialistas, y todos habían perdido la guerra menos ellos. De manera que socialistas y republicanos, peleaban con los anarquistas, los anarquistas decían que eran los comunistas los que habían perdido la guerra y todos habían perdido la guerra y nadie la había perdido, pero el caso es que habían, prácticamente, hasta bofetadas. Pasamos unos 8 o 10 días, amainando este temporal, procurando no agitar mucho las pasiones y coordinando la cosa. Mientras tanto nos ayudaba mucho la organización del coro vasco, cantaban los catalanes, Valencia la tocaban cada rato, de manera que la gente, poco a poco fue haciendo amistades, se conversaba mucho.
Yo recuerdo, por ejemplo, que hice amistad con Laureano Miranda, que venía con 7 hijos y una mujer casi transtornada, porque en el día, entre los dos y la mujer, a veces no veíamos a los 7. Unos estaban en la enfermería, el otro corriendo por aquí o por allá, y nos juntábamos los tres y claro, ahí decíamos: -Bueno, tu a quién has visto?, a fulano, a sutano. Porque, el barco es muy peligroso, como ustedes saben, no tiene baranda, tiene una sola en la cubierta y cualquiera se pueden caer al mar. Las cosas fueron transcurriendo ya más tranquilizadas, cuando vino a estropear todo nuestro trabajo de armonía y de buscar la paz entre nosotros, el Pacto Germano Soviético, que se firmó por von Riventrop y por Molotov, el 23 de agosto, cuando estábamos a la altura de Balboa. Los franceses se alarmaron mucho, de capitán a paje, porque siempre habían contado… incluso se decía que Stalin estaba por firmar un pacto con Francia e Inglaterra y unos ministros franceses e ingleses iban hacia Moscú cuando, por el camino, se encontraron que Molotov ya había firmado con Riventrop.(Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra, 3)
Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra 2
Llegamos al pie del buque, donde estaba la caseta en la que atendía Pablo Neruda y unos secretarios. Me encontré con otro joven que me dijo: -Oye, que no quieren estudiantes. Quieren hombres calificados para trabajar, mecánicos, gente útil.- Entonces empleé otra de mis argucias. Me dejé crecer la barba durante dos días. Alojé en el pueblo más cercano, me creció la barba y ya consideré conveniente entrar en la caseta. Don Pablo estaba en una mesa. Me dijo:
-Siéntese. Como se llama usted.
-Fulano de tal. -Buscó en la lista, y me dice:
-Y qué oficio tiene? -En mi casa tenían zapatería. Entonces le digo, muy serio:
-Diseñador de calzado.
-Ah, mira, de esos hacen mucha falta en Chile. Adentro.
Después vi que en la lista del Winnipeg no había ningún diseñador en calzado.
De manera que entré mirando hacia atrás porque, digamos que, quedaban todavía por embarcar bastante gente y ahí estaba el drama de los que esperaban que llegara un tren con su gente. Porque, cada uno venía de un lado. El hombre venía de un campo de concentración. La mujer venía de otro campo o de una residencia. Los niños venían de otra residencia infantil y el problema era juntarse. Supongo, estoy casi seguro, que hubo hombres que no subieron porque no llegó la mujer y hubo mujeres que no subieron porque no llegó el marido. Y quizá hubo matrimonios que no subieron porque no llegaban los hijos. Pero el barco, claro, algún día tenía que partir.
Así que me dirigí al barco, mirando para atrás, hacia Francia y acordándome de que había tenido una pelea con el prefecto de Senemar, porque no me daba el “laisserpasse” para ir a Burdeos. Como estaba cerca de París, como residencia legal, pero residía prácticamente en París, tuve que ir a hablar con el prefecto de Senemar. Yo creo que me tenían ya el permiso firmado, cuando me dijo un oficial que había allí: -No, tiene que hablar con el prefecto. El prefecto me dice:
-Así que usted también se va para América.
-Si señor, -le dije.
-Ahora que la guerra viene, ustedes aquí nos van a ser muy necesarios. Porque ustedes ya han hecho una guerra y ustedes ya están experimentados. Y más aun usted, por los antecedentes que tengo, usted ha sido oficial del ejército, lo que más vamos a necesitar.
Yo, con toda la prudencia que pude, le dije:
-Señor prefecto, si hay una guerra aquí, el día de mañana, es de ustedes, yo ya he hecho la mía.
-Bueno, está bien. -Y me firmó. De ahí me fui a tomar el tren para Burdeos. (Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra)
Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra. 1
Yo llegué de París, como los niños. Llegué de París a base de habilidades, de argucias, de pillerías. Los gendarmes no pudieron conmigo, y yo tenía el propósito de llegar a París, porque ya lo conocía, tenía amigos. Por consiguiente, yo tenía ese norte, de manera que salvé, con muchos tropiezos, pero, a los 5 o 6 días de haber entrado en Francia, yo estaba en París. En París, tenía conocimiento de gente que tenían mesas abiertas para poder ir a comer. Tenía un primo lejano que me daba alojamiento, de manera que yo me salvé de todos los problemas, dificultades y sufrimiento que se pasaban en los campos. Me parece que por instinto, yo me iba salvando cada vez que los gendarmes me tendían una trampa o tenía un problema. Era capaz de refugiarme a las faldas de una monja, pero el caso era pasar el trance y llegar a París. Cuando vino el momento de viajar, en realidad yo no pensaba viajar, aunque sabía que la situación estaba muy mala. París es una caja de resonancia enorme. En París cada periódico tiene 6 ediciones. En París hacen eco todas las noticias del mundo. Porque hay gente de todo el mundo. En una de las casas que yo estaba almorzando, un día, alrededor del 20 o 21 de julio, el dueño de casa, yo era muy amigo de sus hijos, me llamó aparte y me dijo:
-Ovidio, tienes que irte.-
-Pero dónde.- le digo yo.
-Tienes que irte afuera. Hay una oportunidad de irse a Chile.
-En Chile tengo un amigo. Qué tengo que hacer.
-No te hagas problemas porque Sol, mi hija, trabaja con el Gobierno Republicano en el exilio. Ella es secretaria. No te preocupes. Ven en tres o cuatro días más.
Volví y ya me tenía un sobre grueso. Lo abrí. Venía la lista de todos los que iban a viajar y mi nombramiento como delegado de Izquierda Republicana en el barco. Después, con los demás delegados se formó un comite, en el barco. Y las credenciales como que estaba en la lista para poder viajar en el Winnipeg. Era un domingo de fines de julio y llegaba la Vuelta ciclista a Francia. En la tarde me fui al velodromo y de ahí me fui a la estación. (Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra)