Yo llegué de París, como los niños. Llegué de París a base de habilidades, de argucias, de pillerías. Los gendarmes no pudieron conmigo, y yo tenía el propósito de llegar a París, porque ya lo conocía, tenía amigos. Por consiguiente, yo tenía ese norte, de manera que salvé, con muchos tropiezos, pero, a los 5 o 6 días de haber entrado en Francia, yo estaba en París. En París, tenía conocimiento de gente que tenían mesas abiertas para poder ir a comer. Tenía un primo lejano que me daba alojamiento, de manera que yo me salvé de todos los problemas, dificultades y sufrimiento que se pasaban en los campos. Me parece que por instinto, yo me iba salvando cada vez que los gendarmes me tendían una trampa o tenía un problema. Era capaz de refugiarme a las faldas de una monja, pero el caso era pasar el trance y llegar a París. Cuando vino el momento de viajar, en realidad yo no pensaba viajar, aunque sabía que la situación estaba muy mala. París es una caja de resonancia enorme. En París cada periódico tiene 6 ediciones. En París hacen eco todas las noticias del mundo. Porque hay gente de todo el mundo. En una de las casas que yo estaba almorzando, un día, alrededor del 20 o 21 de julio, el dueño de casa, yo era muy amigo de sus hijos, me llamó aparte y me dijo:
-Ovidio, tienes que irte.-
-Pero dónde.- le digo yo.
-Tienes que irte afuera. Hay una oportunidad de irse a Chile.
-En Chile tengo un amigo. Qué tengo que hacer.
-No te hagas problemas porque Sol, mi hija, trabaja con el Gobierno Republicano en el exilio. Ella es secretaria. No te preocupes. Ven en tres o cuatro días más.
Volví y ya me tenía un sobre grueso. Lo abrí. Venía la lista de todos los que iban a viajar y mi nombramiento como delegado de Izquierda Republicana en el barco. Después, con los demás delegados se formó un comite, en el barco. Y las credenciales como que estaba en la lista para poder viajar en el Winnipeg. Era un domingo de fines de julio y llegaba la Vuelta ciclista a Francia. En la tarde me fui al velodromo y de ahí me fui a la estación. (Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra)