Como mi abuelo se convirtió en parte de esta historia y este poema
En 2015 estaba trabajando en un proyecto de visualización de datos marítimos y el recorrido de barcos, que se puede ver en este enlace: http://lumacode.com/projects/gttw/ y tenía la intención de crear una visualización poética similar del puerto de Buenos Aires, cuando recordé que mi abuelo había vivido en Argentina. Sólo recientemente había encontrado una cédula -así llamaban allí a los carnets de identidad- en casa de mi madre,en su pueblo de origen que está en la provincia de Guadalajara, en España.
Como hoy en día todo tipo de información se busca en internet, decidí escribir su nombre, Franciso Mencía Roy y el de la ciudad donde vivió en Argentina, Comodoro de Rivadavia. Cúal sería mi sorpresa cuando encontré su nombre y el de su hermano Cosme en la lista de pasajeros de un barco que se llamaba Winnipeg. Nunca imaginé que sus nombres pudieran aparecer en ese medio de comunicación, me quedé boquiabierta y desde ese momento mi proyecto siguió una trayectoria completamente diferente. Era mucha la curiosidad para no seguir investigando y explorando las posibilidades de poder realizar un trabajo artístico, basado en un relato tan personal y tan intimo, además de histórico, para presentarlo en el Festival de E-Poetry (Poesía electrónica) en Buenos Aires, Argentina.
(Pueden leer el poema de Neruda “Misión de Amor” en su libro Memorial de Isla Negra, donde explica cómo los embarcó, iba llamándoles y se presentaban indicando sus distintas profesiones. Además, los compara a semillas que él está esparciendo en el mar y van dirigidas a la paz.)
Se dice que cuando el barco estaba a punto de partir, Pablo Neruda estaba tan conmocionado por el clima emocional creado en el puerto que escribió: “Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”.
Resultaba increíble que, gracias a Pablo Neruda, mi abuelo se hubiera salvado de los campos de concentración franceses y hubiera conseguido un pasaje tan anhelado en aquel buque. Por lo que me han contado siempre tanto mi familia como el antiguo médico del pueblo, él trabajaba como enfermero y esto me hace suponer que su experiencia en esta profesión debió de ser muy útil en tan largo viaje. Intenté encontrar familiares que quizá me pudieran aportar más información, sin embargo, no obtuve ningún resultado hasta que, recientemente, descubrí que su hermano Cosme había estado casado en Chile y tenía descendientes. Desafortunadamente este descubrimiento fue después de que yo hubiera estado en Chile y todavía no he establecido ningún contacto con ellos.
Ante todo ello, el proyecto que había iniciado como exploración de visualizaciones de datos marítimos y el uso de aplicaciones móviles, se convirtió en una investigación sobre acontecimientos históricos de la Guerra Civil Española y de la Memoria Histórica, incluyendo la Memoria Española y Chilena. Encontré libros, exposiciones sobre el Winnipeg, sus pasajeros, sus vidas, familias y un enlace imprescindible al archivo de La Memoria Chilena y a dos grupos de Facebook. Era sorprendente ver cómo no sólo la historia de mi abuelo se estaba desplegando ante mis ojos - al descubrir relatos e información sobre este importante acontecimiento histórico, que de hecho, todavía se pierde en la memoria de España, ya que no es bien conocido - sino también cómo este hecho había impactado e influido en mi propia vida.
Como consecuencia, y con la intención de crear mi proyecto de visualización poética, contacté bibliotecas para ver si el trayecto del Winnipeg estaba digitalizado. Este registro de fechas del barco con las coordinadas de longitud y latitud me hubiera ayudado a crear una visualización de la ruta. Desafortunadamente estos datos nos los encontré digitalizados pero sí un mapa en el archivo de La Memoria Chilena con la ruta de Trompeloup a Valparaiso, que ahora se ha convertido en parte de este proyecto con los nombres de los pasajeros apareciendo como en una cadena de texto delineando la ruta del Winnipeg.
Viajé a Buenos Aires y presenté el primer prototipo del proyecto en el festival de E-Poetry 2015, ante el asombro de la audiencia. El día de la apertura de la exposición en el Museo de la Inmigración (MUNTREF), lo que antiguamente había sido el hotel donde se alojaban los emigrantes que llegaban al puerto, tuve otra maravillosa sorpresa. El museo tenía digitalizadas todas las llegadas de pasajeros al puerto y encontré documentos que registraban la visita que mi abuela realizó para encontrarse con su marido el 12 de febrero de 1951, en el buque de Cabo de Buena Esperanza. Ella había viajado con todos sus hijos excepto con mi padre que, por ser mayor tuvo que quedarse en España para hacer el servicio militar. Mis tíos eran jóvenes, veinte años la mayor, dos chicos de dieciocho y dieciséis y la más pequeña de trece años. Esta fecha indica que la familia llevaba once largos años sin ver a mi abuelo. Cuando todo parecía volver a su cauce, mi abuelo falleció, apenas hacía dos meses del reencuentro, y mi abuela decidió regresar a España con la hija menor, mientras que los hijos mayores se quedaron para buscarse un futuro mejor. Finalmente se asentaron en Caracas (Venezuela). Años más tarde mi padre iría con mi madre a visitarlos, esta visita se alargó por siete años y allí nací yo.
Nunca pensé que le tendría que agradecer tanto al poeta de los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” (que yo había recomendado leer a muchos de mis alumnos cuando daba clases de español en Londres), al Pablo Neruda del “Libro de las preguntas”. Él ha contribuido a forjar, en cierto modo, mis intereses en la vida: los viajes, las culturas, los lenguajes, la literatura, el arte, el explorar y ser curiosa, el ser de otro sitio y por ello algo diferente, el ser triste y alegre a la vez, el mantenerme con los pies en el suelo, con entereza y perseverancia durante tantos años; porque veo ahora que es fruto de la herencia familiar. También tengo que añadir que a mi padre siempre le envolvió una tristeza y amargura debidas a la perdida de su padre. Cuando tenía unos once años, mi abuelo se fue a la guerra y más tarde al exilio y no volvió a verlo nunca más. A ello hay que sumar las muchas peripecias que conllevó el perder al cabeza de familia.
Se podría decir que esta historia precedente y que me ha acompañado, sin yo saberlo, es el fruto de muchos de mis proyectos y, sobre todo, de algunos muy relacionados al "Poema que cruzó el Atlántico" como son "Cityscapes: Social Poetics/Public Textualities" ("Panorámicas Urbanas: Poéticas Sociales/Textualidades Públicas") 2005 y "Connected Memories" ("Memorias entrelazadas") 2009. ¡Qué arraigados tenemos algunos sentimientos y qué ajenos somos a ellos!
Después del festival de E-Poetry Buenos Aires, fui a la maravillosa ciudad de Valparaiso en Chile, visité las casas de Pablo Neruda, Isla Negra, y a Santiago de Chile donde seguí investigando en archivos, centros comunitarios, galerías, haciendo videos, fotografías, hablando con gente y cuando me preguntaban que por qué había ido a Chile, les respondía que me había llevado mi abuelo. Era un sentimiento bonito que me reconfortaba y me hacía sentirme bienvenida en un país donde nunca había estado, pero que de alguna manera era parte de mi; sorprendentemente me sentía como en casa y con gratitud por la generosidad de su gente.
Finalmente, ahora hemos creado esta website que invita al lector, a los descendientes de los pasajeros y todo aquel interesado en este acontecimiento histórico a que añadan sus relatos para que éstos se conviertan en el material que crea la visualización poética del viaje del Winnipeg, o a lo que he titulado: “El Poema que cruzó el Atlántico”. Creo que vi este título en alguna de las lecturas y me gustó la idea de que el barco con sus muchas historias fuera el poema. Estos relatos entrelazados de los pasajeros y familiares, que llevó esta nave de carga, con sus sentimientos, esperanzas y despedidas que a raíz de este viaje se encuentran ahora representados en el mar del ‘World Wide Web’, junto con poemas de Pablo Neruda e información relevante.
Un poema creado por amor a un abuelo que nunca conocí, y a mi padre que desde los once años nunca volvió a ver a su padre. Y a todos aquellos que se encuentran actualmente en situaciones similares de dificultades, desplazamientos, perdidos y en el exilio.