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Pey Casado, Victor
De acuerdo a su cédula de identidad Victor era de nacionalidad española, nació en Madrid el 31-08-1915, viajó solo, de profesión ingeniero, estado civil soltero, de rostro ovalado, ojos castaños, cabello negro. Viajó en el Winnipeg.
A labour of love
I embarked them in my boat.
It was daylight and France
her fancy dress
of every day she had at that time,
it was
the same clarity of wine and air
her clothes of forest goddess.
My ship expected
with its remote name “Winnipeg”
But my Spanish were not coming
from Versailles,
from the silvery dance,
from the old amaranth carpets,
from the cups chirping
with wine,
no, they were not coming from there,
no, they were not coming from there,
From further away,
from prison camps,
from the black sand
from the Sahara,
from rough hiding places
where they lay
hungry and naked,
there to my clear boat,
to the ship at sea, to hope
they arrived called one by one
by me, from their prisons,
from the fortress
from the shaky France
called by my mouth
arrived,
Saavedra, I said, and came the mason,
Zuniga, I said, and there he was,
Roces, I called, and arrived with grim smile,
I shouted, Alberti! and with hands of quartz
the poetry arrived.
Labourers, carpenters,
fishermen,
turners, machinists,
potters, tanners:
the boat was becoming populated
parting to my homeland.
I felt in my fingers
the seeds
from Spain
that I rescued myself and scattered
over the sea, directed
to the peace
of the prairies.
Misión de amor
Yo los puse en mi barco.
Era de día y Francia
su vestido de lujo
de cada día tuvo aquella vez,
fue
la misma claridad de vino y aire
su ropaje de diosa forestal.
Mi navío esperaba
con su remoto nombre “Winnipeg”
Pero mis españoles no venían
de Versalles,
del baile plateado,
de las viejas alfombras de amaranto,
de las copas que trinan
con el vino,
no, de allí no venían,
no, de allí no venían.
De más lejos,
de campos de prisiones,
de las arenas negras
del Sahara,
de ásperos escondrijos
donde yacieron
hambrientos y desnudos,
allí a mi barco claro,
al navío en el mar, a la esperanza
acudieron llamados uno a uno
por mí, desde sus cárceles,
desde las fortalezas
de Francia tambaleante
por mi boca llamados
acudieron,
Saavedra, dije, y vino el albañil,
Zúñiga, dije, y allí estaba,
Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa,
grité, Alberti! y con manos de cuarzo
acudió la poesía.
Labriegos, carpinteros,
pescadores,
torneros, maquinistas,
alfareros, curtidores:
se iba poblando el barco
que partía a mi patria.
Yo sentía en los dedos
las semillas
de España
que rescaté yo mismo y esparcí
sobre el mar, dirigidas
a la paz
de las praderas.
Neruda, en “Memorial de Isla Negra”
Francia enviaba a los republicanos a los campos de concentración
Antes de cruzar los Pirineos, muy pocos se preocuparon de imaginar la acogida que tanto las autoridades como le pueblo francés les brindarían, pues no había motivos para desconfiar. Cuán duro le resultó aceptar la realidad!Francia enviaba a los republicanos a los campos de concentración, los consideraba prisioneros de guerra, los rodeaba de alambradas, apostaba una nutrida vigilancia en tomo a ellos y no les proporcionaba un techo para protegerlos de las lluvias, el viento y el frío. Sólo recibieron un trozo de pan y agua que tardó a llegar a sus manos.
Las primeras palabras francesas que oyeron los refugiados fueron una orden seca: “Allez!, allez! Circulez!, circulez!” y sonaron como martillazos en sus cabezas. ( En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir, página 34)
campos de concentración- la unión de la vida y la muerte
Los campos de concentración en Francia europea fueron varios: Le Perthus, Prats de Molló, Argelés sur Mer, Agde, Saint Cyprien, Tour de Carol, Mont Louis, Amélie-Les Bains, Arles sur Tech, Vernet-les Bains, Gurs, Barcarés, Septfonds, Bram, Mazéres…Hubo otros en suelo argelino y marroquí. En cada uno de ellos, miles de refugiados alimentaban sus esperanzas, estoicamente, mientras a su alrededor nacían criaturas que eran paridas sobre húmedas arenas y cientos de disentéricos agonizaban y contagiaban a sus compañeros de infortunio. Eran la vida y la muerte que nuevamente se unían, ahora en tierra extanjera. (En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir, páginas 35-36)
Gobierno francés. Qué amarga desilusión!”
“…el gobierno francés no nos trataba como a veteranos de una guerra de liberación, sino como presidiarios que se venían a Cayena. Qué amarga desilusión!”
(Erich Weinert, En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir, página 37)
martes 28 de enero de 1939
Para bajar la presión que ejercían los miles de refugiados agolpados en la frontera, el Ministro del Interior de Francia, Albert Serraut, ordenó: “Dejen pasar a las mujeres y a los niños, atiendan a los heridos y devuelvan y cierren la puerta a los hombres válidos”. Era martes 28 de enero. ( En Los españoles del Winnipeg, J Ferrer Mir, página 33)
Neruda Poemas
“Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres (…)
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños (…)
Venid a ver la sangre por las calles,
Venid a ver
la sangre por las calles,
Venid a ver la sangre
por las calles!……” Neruda
Winnipeg, una palabra alada
Me gustó desde un comienzo la palabra ‘Winnipeg’. Las palabras tienen alas o no las tienen. Las ásperas se quedan pegadas al papel, a la mesa, a la tierra. La palabra ‘Winnipeg’ es alada. La vi volar por primer vez en un atracaderp de vapores, cerca de Burdeos. Era un hermoso barco viejo, con esa dignidad que dan los siete mares a lo largo del tiempo. Lo cierto es que nunca llevó aquel barco más de setenta u ochenta personas a bordo. Lo demás fue cacao, copra, sacos de café y arroz, minerales. Ahora le estaba destinado un cargamento más importante: la esperanza. (Pablo Neruda en la portada de Los españoles del Winnipeg, el barco de la esperanza de J. Ferrer Mir)