A labor of Love by Neruda

I put them in my boat.
It was daylight and France
her fancy dress
of every day she had at that time,
it was
the same clarity of wine and air
her clothes of forest goddess.
My ship expected
with its remote name “Winnipeg”
But my Spanish were not coming
from Versailles,
from the silvery dance,
from the old amaranth carpets,
from the cups chirping
with wine,
no, they were not coming from there,
no, they were not coming from there,
From further away,
from prison camps,
from the black sand
from the Sahara,
from rough hiding places
where they lay
hungry and naked,
there to my clear boat,
to the ship at sea, to hope
they arrived called one by one
by me, from their prisons,
from the fortress
from the shaky France
called by my mouth
arrived,
Saavedra, I said, and came the mason,
Zuniga, I said, and there he was,
Roces, I called, and arrived with grim smile,
I shouted, Alberti! and with hands of quartz
the poetry arrived.
Laborers, carpenters,
fishermen,
turners, machinists,
potters, tanners:
the boat was becoming populated
parting to my homeland.
I felt in my fingers
the seeds
from Spain
that I rescued myself and scattered
over the sea, directed
to the peace
of the prairies.
(Neruda)

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Rosario Miranda- Lista de pasajeros

“Rosario Miranda comentó sobre la lista de Miguel Millan en facebook: WINNIPEG EL BARCO DE LA ESPERANZA. Señor Millán…una vez más, …esta es la lista incompleta de los pasajeros del Winnipeg, del primer libro que editó Jaime Ferrer, faltamos muchos, sólo de mi familia diez personas, mi madre y los nueve hijos” Rosario Miranda, 12:52pm Oct 6

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Elena Castedo: La lista del Winnipeg

Desde hace años, muchos pasajeros, yo incluida, y muchos descendientes de pasajeros, hemos hecho notar que la lista de pasajeros de Jaime Ferrer es incompleta y que hay muchos errores, pero las entidades que la publican ni la han modificado ni han añadido una explicación que no es completa y contiene errores. Ni que decir tiene, dicha lista ha causado mucha desesperación y hasta indignación a muchos de los pasajeros omitidos y a sus descendientes. Como dato curioso, dicha lista también parece omitir a más mujeres que a hombres. Por ejemplo, incluye el padre de Montserrat Julió, la gran actriz, pero no a ella ni a su madre. Igualmente, incluye a mi padre, pero no a mi madre ni a mí. Y eso que tanto Montserrat como yo estamos en la foto de “los niños del Winnipeg” que se tomó en el barco y se ha publicado por diversos medios, y pese a que ambas aparecemos en numerosos documentos y libros y artículos, entre otros de mi padre, donde se menciona que éramos pasajeras del Winnipeg.

Dicha lista no solo ha causado daños emotivos, si no también reales. Por ejemplo, mis hijos solicitaron nacionalidad española a base de la Ley de la Memoria, pero dos Consulados de España, dispuestos a no otorgársela, alegaron que yo no estoy en la lista de pasajeros y por lo tanto no había llegado en el Winnipeg, ni fui refugiada, y rechazaron sus solicitudes. No aceptaron la gran evidencia que presentaron que indica lo contrario. Elena dejó este mensaje en este sitio web. (Junio 2018)

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Los pasajeros del Winnipeg

Enhorabuena, María, no sabes cuánto siento no poder asistir a tus presentaciones de junio del 2018. Acabo de volver de Madrid y estoy en Boston.
Es estupendo el trabajo que estás haciendo y tu Blog es fantástico.
Solo una objeción, que es la lista de pasajeros del Winnipeg que has colgado y que ha causado enorme turbulencia. La publicó originalmente Jaime Ferrer con mucho mérito, con los escasos documentos de los cuales se tenía conocimiento entonces, por lo que, inevitablemente, contiene muchas omisiones, errores en los nombres y hasta lista personas que no fueron pasajeros. Como no ha habido otra, esa lista preliminar y por fuerza defectuosa se ha reproducido, publicado en numerosos sitios y por distintos medios, consultado y distribuido extensamente como si fuera “oficial” que no lo es ni mucho menos.

Desde hace años, muchos pasajeros, yo incluida, y muchos descendientes de pasajeros, hemos hecho notar que la lista es incompleta y que hay muchos errores, pero las entidades que la publican ni la han modificado ni han añadido una explicación que no es completa y contiene errores. Ni que decir tiene, dicha lista ha causado mucha desesperación y hasta indignación a muchos de los pasajeros omitidos y a sus descendientes. Como dato curioso, dicha lista también parece omitir a más mujeres que a hombres. Por ejemplo, incluye el padre de Montserrat Julió, la gran actriz, pero no a ella ni a su madre. Igualmente, incluye a mi padre, pero no a mi madre ni a mí. Y eso que tanto Montserrat como yo estamos en la foto de “los niños del Winnipeg” que se tomó en el barco y se ha publicado por diversos medios, y pese a que ambas aparecemos en numerosos documentos y libros y artículos, entre otros de mi padre, donde se menciona que éramos pasajeras del Winnipeg.

Dicha lista no solo ha causado daños emotivos, si no también reales. Por ejemplo, mis hijos solicitaron nacionalidad española a base de la Ley de la Memoria, pero dos Consulados de España, dispuestos a no otorgársela, alegaron que yo no estoy en la lista de pasajeros y por lo tanto no había llegado en el Winnipeg, ni fui refugiada, y rechazaron sus solicitudes. No aceptaron la gran evidencia que presentaron que indica lo contrario. Por si fuera poco, un señor publicó dicha lista en Facebook con el título: “Esta es la lista completa de los pasajeros del Winnipeg.”

Este es uno de los muchos comentarios:
“Rosario Miranda commented on Miguel Millan’s post in WINNIPEG EL BARCO DE LA ESPERANZA.
Rosario Miranda
Rosario Miranda 12:52pm Oct 6
Señor Millán…una vez más,,, …esta es la lista incompleta de los pasajeros del Winnipeg, del primer libro que editó Jaime Ferrer, faltamos muchos.,,,..sólo de mi familia diez personas…mi madre y los nueve hijos…”

Tengo entendido que se está preparando una lista basada en documentos fidedignos. Hasta que se dé a conocer, convendría que la lista de Jaime Ferrer se reproduzca solo si va con una explicación de que estuvo hecha en una época en que no había documentación fidedigna disponible para verificar los verdaderos pasajeros, y contiene omisiones y errores.

Por lo demás, este “site” es muy hermoso. Muy buena suerte con tu estupendo proyecto,

Elena Castedo
Autora de la novela sobre una niña de la Guerra Civil refugiada en Chile, “Paradise,” Grove Press, 1995, Finalista del National Book Award en Estados Unidos, y de la auto-traducción al castellano, “El paraíso,” Ediciones B, Barcelona; Club de Lectores, España; Editorial Zig-Zag, Chile; Editorial Tiempos Modernos, Buenos Aires; Editorial Planeta, México y otras ediciones.

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José Llagaría Jiménez y su hijo Fernando Llagaria Vazquez

José Llagaría Jiménez, padre de Fernando Llagaria Vazquez. Fernando vive en Andaya, Valencia y nació en Linares, Chile 1957. Ha vivido como un testigo privilegiado de los momentos más intensos de nuestra historia contemporánea en Chile y en España. Aquí hay unos extractos del testimonio de sus recuerdos recolectados de la revista de la casa Chile en Valencia (España), titulada “Copihue Rojo”. En Chile era “el gringito” y aquí en España, soy para mis amigos “el chileno”. Siento que tanto allí como aquí me lo dicen con todo afecto, ellos saben que soy el fruto de uno de esos miles de españoles que sufrieron el exilio para escapar de la dictadura de Franco y luego de la de Pinochet, que hicieron del mundo su patria y que fueron de aquí para allá buscando un rinconcito donde salvar la vida, alejado de tanto canalla con inmenso poder.
Somos los hijos del Winnipeg; “El barco de la esperanza” que llevó a más de dos mil refugiados a Chile…. Nunca te olvides de donde están tus raíces. Nací en Linares y allí viví diecisiete años…. Viajamos a España con la consideración de repatriados. … Fue un viaje lleno de contradicciones emocionales. Dejaba atrás a mis mejores amigos, Los Tapia y los Bahamondes, ellos nos fueron a despedir a la estación del tren. Allí dimos rienda suelta a nuestras emociones y entre muchos llantos y abrazos nos dijimos adiós, con un inmenso nudo en la garganta, sin poder ponerle palabras al momento, porque lo había prohibido la autoridad. Fueron momentos de gran ansiedad. Ignorábamos cómo nos iba a tratar el destino y ni siquiera teníamos la seguridad de que podríamos salir del país (Chile). Por fin a las 11 de la mañana de un 3 de septiembre partimos. Nunca imaginé que viviría en carne propia una experiencia similar a la que trajo a mi padre hasta Chile. De la misma manera que 35 años antes, mi padre se embarcaba en el puerto de Valparaíso para repetir esa travesía, pero a la inversa. Las coincidencias no podían ser mas macabras: la misma represión, la misma derrota, el mismo muelle, el mismo mes y el mismo día 4 de septiembre. Desde la otra orilla del planeta, desde el otro hemisferio de la historia. La vida es como un espejo; te sonríe si la miras sonriendo.

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Republicans in concentration camps

Republicans in concentration camps

How awful the truth was! France was sending republicans to concentration camps, treating them like war prisoners, surrounding them with barbed wire, watching them rigorously… and all of this without even providing them with a roof to take shelter from the rain, the wind and the cold. Their only food was bread, along with some water that had taken much too long to reach their hands. (Los Españoles de Winnipeg, J. Ferrer Mir, p.34)

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Des républicains dans les camps de concentration

Des républicains dans les camps de concentration. Comme il était dur d’accepter la réalité ! La France envoyait des républicains dans des camps de concentration, les traitait comme des prisonniers de guerre, les entourait de fils de fer barbelé, les surveillait rigoureusement, et tout cela sans même leur offrir de toit pour les protéger de la pluie, du vent et du froid. Avec pour seule nourriture un morceau de pain et de l’eau qui ne tardait que trop à leur parvenir. (Los Españoles de Winnipeg, J. Ferrer Mir, p.34)

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Joan Abril, concentration camp of Saint Cyprien

Joan Abril, Stretching to the sea, the whole enclosure was packed with people. It would have been impossible to let another man in. All the women and children had been sent to another camp. The French guards barely gave any food to the Spanish War exiles. Those poor souls were forced to endure the weather and sleep on wet sand; the starving, feverish looks on their faces were horrifying. They suffered from intestinal disorders caused by salt water. Much has been written about the concentration camp of Saint Cyprien, and the reality of this hell was not once exaggerated: it was all true. (Los Españoles del Winnipeg, J. Ferrer Mir, p.50)

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Joan Abril, Saint Cyprien 16 years later

Joan Abril, Saint Cyprien, 16 years later, I went back to the beach of Saint-Cyprien on a hot August morning. There was nothing left of the concentration camp, no trace of the horrible enclosure that surrounded it. Instead, there were large avenues lined up with elegant cottages, luxurious homes and apartments with beautiful gardens. I enjoyed watching the sea endlessly coming and going on the smooth beach. The people who now live there cannot possibly imagine that this beach was once watered by the tears of thousands of unfortunate souls. Many of those people died from disease, hunger or grief. The happy masses of swimmers do not know anything about these tragic events, nor do they know of the inhuman scenes that took place on those beaches. Only a few kilometres away, on the road to Elne, there is a space surrounded by low walls and protected by an iron door. On a section of the portal, a marble tablet recalls these events. There lie the Spanish refugees who were killed in the camp of Saint Cyprien. Among the wild grass, wooden crosses mark the location of the remains of hundreds of anonymous Spaniards. (Pp.50-51)

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Joan Abril, Saint Cyprien, 16 ans plus tard.

Joan Abril, Saint Cyprien, 16 ans plus tard.
16 ans plus tard, retour à la plage de Saint-Cyprien par une chaude matinée d’août. Il ne restait rien du camp de concentration, rien pour rappeler l’horrible enceinte qui le formait. Au lieu de cela, un agencement resplendissant composé de grandes avenues bordées de chalets élégants, de maisons luxueuses et d’appartements avec de superbes jardins. J’ai pris plaisir à contempler la mer qui continue d’aller et venir sur la plage lisse. Les gens qui résident là aujourd’hui ne peuvent imaginer qu’il existait avant un morceau de plage arrosé des larmes de milliers de malheureux, dont beaucoup ont perdu la vie sous le coup de la maladie, de la faim ou du chagrin. Les joyeux groupes de baigneurs ignorent tout de ces événements tragiques et des scènes inhumaines qui se sont déroulées sur ces plages. À seulement quelques kilomètres de là, sur la route d’Elne, se trouve un espace cerclé de murs bas et protégé par une porte en fer. Sur un pan du portail, une tablette de marbre rappelle ces événements. C’est là que se trouve le cimetière des réfugiés espagnols tués dans le camp de Saint Cyprien. Parmi l’herbe sauvage, des croix en bois marquent l’emplacement des restes de centaines d’espagnols anonymes. (p.50-51)

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