Existía en el “Centre Catalá” en ese tiempo una vida animadísima, con el coro, representaciones teatrales, bailes sociales sábados y domingos y un diariamente concurrido bar y restaurant. Los ricos antiguos emigrantes, como Pere Mir, dueño de las bodegas MIR, en Vicuña Mackenna, pasado de Avenida Matta; los hermanos Sabaté, propietarios de una fábrica de calzado; el señor Mitjans, de la conocida firma de Licores Mitjans; Juan Gratacós, que tenía una tienda de calzados a la entrada de la calle Puente, próximo a la Plaza de Armas; los dueños de la camisería Barcelona, en la misma calle; Antoni Pi, con una gran curtiembre y fábrica de carteras y bolsos de cuero, en calle Bandera y otros ricachones no se hacían ningún problema en convivir de tú a tú con nosotros “los refugiados” recién llegados “sólo con lo puesto y gracias”, en 1939.
Y en el aspecto cultural, los intelectuales catalanes ahora desembarcados, que nunca habrían sido emigrantes en Chile en circunstancias normales, les resultaron todavía más útiles para su antigua revista Germanor y el Butlletí del Centre Catalá, porque al asumir su dirección y redacción los hicieron mucho más importantes que hasta entonces, por la mejor calidad de sus colaboraciones, sin querer esto significar un desmedro de la calidad y esfuerzo que se había desarrollado por varios lustros antes.
Domenéc Guansé tomó la Secretaría del Centre y era alma del nuevo Germanor. Una persona ya algo mayor, menuda, amorosa, muy culta, que pasaba todo el día en la Secretaría, creo que con una modesta remuneración absolutamente merecida. Al parecer era soltero o viudo y debía alimentarse como un pájaro, de acuerdo a su físico. Escribía articulos, buscaba colaboraciones y avisos, atendía el teléfono y las visitas. No paraba un instante.
Francesc Trabal, Joan Oliver (Pere Quart), José María Cassasses y Xavier Benguerel actuaban como los más constantes colaboradores con sus articulos. Benguerel, fino, educado, que provenía sin duda de una familia acomodada, desplegaba una doble actividad; por un lado, como empresario creó un laboratorio farmacéutico, de acuerdo a su profesión en Barcelona, del Laboratorio Benguerel que, cuando regresó a Barcelona, traspasó y los sucesores siguen exhibiendo los productos Benguerel en los estantes de las farmacias chilenas. Me viene a la memoria que tenía un articulo antiséptico y cicatrizante, que muy luego se popularizó en todo Chile, entre médicos y público en general; Metapío, que no faltaba a mano en la mayoría de las casas. El único problema que presentaba era que teñía la piel de un rojo intenso. Quizá ello ha dado lugar a su reemplazo por otros similares incoloros.