Joan Abril -Sant Cyprien-16 despues

Al cabo de 16 años regrese a la playa de Saint Cyprien. Era una mañana calurosa de agosto. ¡Qué campo más notable! No había ni rastro del campo de concentración, no se veía ningún detalle que se recordará que el recinto horrible. en su lugar, oye existe una espléndida organización con grandes avenidas y calles bordeadas elegantes chalets, de casas lujosas y departamentos con jardines deliciosos. Me resultó agradable observar la amplia extensión del mar, cuyas hola sigan llegando sobre la playa lisa. La gente que actualmente reside allí no puede imaginarse que antes existía un trozo de playa regada con las lágrimas de millares de desventurados y que muchos murieron allí de enfermedad, de hambre y de añoranza. Los alegres grupos que hoy vienen a bañarse no saben nada de aquellos hechos trágicos y también ignorar las escenas más inhumanas que sucedieron en estas playas. Aun kilómetro escaso de esta organización, en la carretera de Elne, hay un lugar extenso cerrado por paredes bajas y un portón de hierro. En un costado del portal se encuentra la lápida de mármol que recuerda esa mortandad: cementerio de los refugiados españoles muertos en el campo de Shane Ciprien. Algunas cruces de madera sobresalen por entremedio de la hierba silvestre que crece sobre los restos anónimo usted centenares de españoles. Página 50-51

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Joan Abril -Sant Cyprien

Después de cruzar los Pirineos la frontera está vigilada por un ejército de gendarmes los fugitivos la atravesábamos a paso de caracol. A partir de aquí todos los fugitivos fueron conducidos como si fuesen prisioneros, por soldados comandados por los oficiales despóticos inflexibles que repartían bastonazos adiestra y siniestra. Los caminantes formamos una procesión triste que parecía no tener fin. Al oscurecer la columna humana atravesó las calles del palacio de vidrio. En aquellos instantes, los vecinos aguardaban con afectuoso respeto. Estoy seguro de qué pensaban que sería de tantos millares de vencidos arrastrados por la tempestad bélica. Al día siguiente entramos al campo de concentración de Sant Cyprien. Todo el enorme campo estaba cerrado por altas alambradas de púas. Solamente existía una puerta de entrada, controlada por un grupo de gendarmes.
Resultados senegaleses cada uno tenía una ametralladora siniestra apuntando hacia la gran masa humana allí concentrada. Es una de las cosas que causa más angustia el describir aquel campo de concentración, de dolor, de miseria y de desesperación.

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