José Llagaría Jiménez y su hijo Fernando Llagaria Vazquez

José Llagaría Jiménez, padre de Fernando Llagaria Vazquez. Fernando vive en Andaya, Valencia y nació en Linares, Chile 1957. Ha vivido como un testigo privilegiado de los momentos más intensos de nuestra historia contemporánea en Chile y en España. Aquí hay unos extractos del testimonio de sus recuerdos recolectados de la revista de la casa Chile en Valencia (España), titulada “Copihue Rojo”. En Chile era “el gringito” y aquí en España, soy para mis amigos “el chileno”. Siento que tanto allí como aquí me lo dicen con todo afecto, ellos saben que soy el fruto de uno de esos miles de españoles que sufrieron el exilio para escapar de la dictadura de Franco y luego de la de Pinochet, que hicieron del mundo su patria y que fueron de aquí para allá buscando un rinconcito donde salvar la vida, alejado de tanto canalla con inmenso poder.
Somos los hijos del Winnipeg; “El barco de la esperanza” que llevó a más de dos mil refugiados a Chile…. Nunca te olvides de donde están tus raíces. Nací en Linares y allí viví diecisiete años…. Viajamos a España con la consideración de repatriados. … Fue un viaje lleno de contradicciones emocionales. Dejaba atrás a mis mejores amigos, Los Tapia y los Bahamondes, ellos nos fueron a despedir a la estación del tren. Allí dimos rienda suelta a nuestras emociones y entre muchos llantos y abrazos nos dijimos adiós, con un inmenso nudo en la garganta, sin poder ponerle palabras al momento, porque lo había prohibido la autoridad. Fueron momentos de gran ansiedad. Ignorábamos cómo nos iba a tratar el destino y ni siquiera teníamos la seguridad de que podríamos salir del país (Chile). Por fin a las 11 de la mañana de un 3 de septiembre partimos. Nunca imaginé que viviría en carne propia una experiencia similar a la que trajo a mi padre hasta Chile. De la misma manera que 35 años antes, mi padre se embarcaba en el puerto de Valparaíso para repetir esa travesía, pero a la inversa. Las coincidencias no podían ser mas macabras: la misma represión, la misma derrota, el mismo muelle, el mismo mes y el mismo día 4 de septiembre. Desde la otra orilla del planeta, desde el otro hemisferio de la historia. La vida es como un espejo; te sonríe si la miras sonriendo.

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Ovidio Oltra Alonso tio de Raquel Valero Oltra

El exilio en Chile. testimonio de Ovidio Oltra Alonso. Texto de Maria Fernanda Mancebo. Universidad de Valencia

Ovidio Oltra Alonso es valenciano (tío de Raquel Valero Oltra que también ha contribuido a este poema). Hijo de Vicente Oltra, familia que hasta hace pocos años tenía una tienda de calzado en el centro de Valencia. Fue soldado de la República y perteneció a las juventudes de izquierda republicana. Hoy vive en Chile, es presidente de la Asociación Winnipeg y de la Casa de Valencia. Y como exiliado asistió al congreso L’ exili y cultural de 1939, que tuvo lugar en esta universidad en 1999. Entonces me dejó como coordinadora, estas Memorias, de las que hoy publicamos un fragmento como testimonio.
LA CRISIS CONSTITUCIONAL DESDE UNA PERSPECTIVA REPUBLICANA
Presentación: El viaje del Winnipeg dio comienzo al exilio republicano en Chile. La aseveración de que los emigrados que llegaron después fueron numéricamente irrelevantes –no llegarían a un centenar- según Vicente Lloréns , se ha modificado por el estudio realizado por Encarnación Lemus que sitúa su número en unos 3500 . Chile fue uno de los tres países –con México y República dominicana- que dió asilo voluntario a los refugiados españoles. De todas maneras fue el empeño de Pablo Neruda, con la ayuda de Gabriela Mistral, la Alianza de Intelectuales para Defensa de la Cultura y el gobierno español en el exilio, quienes consiguieron este otro puerto de acogida para la desconcertada y desolada multitud de españoles que poblaban los campos de concentración y las playas del sur de Francia.
El gobierno del Frente Popular de Chile decidió enviar a Francia como cónsul honorario, encargado para la emigración española a Pablo Neruda que lo cuenta en sus Memorias: “a cumplir la más noble misión que he ejercido en mi vida: la de sacar españoles de sus prisiones y enviarlos a mi patria. Casi inválido, recién operado, enyesado en una pierna salí de mi retiro –Isla Negra- y me presenté al presidente de la República. Don Pedro Aguirre Cerdá me recibió con afecto.
– Sí, tráigame millares de españoles. Tenemos trabajo para todos. Tráigame pescadores; tráigame vascos, castellanos, extremeños.
Y a los pocos días, aún enyesado, salí para Francia a buscar españoles para Chile.”
Pero la misión no fue tan fácil. “La posibilidad de enviar españoles a Chile enfurecía a los engolados diplomáticos”. Situaron la oficina de Neruda en un cuarto piso de la embajada para dificultar el acceso a los que acudían y especialmente de los heridos o los supervivientes de los campos de concentración. También pasaron por allí escritores, profesionales liberales y obreros de todas las especialidades. A pesar de todo, y de un telegrama de Aguirre, que muy presionado por determinadas fuerzas políticas, suspendía la operación, Neruda tras una larga conversación con el presidente y apoyado por Juan Negrín consiguió su propósito. No sin antes haber amenazado con suicidarse en una conferencia de prensa.

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El último intelectual del exilio- José Ricardo Morales

El 17 de febrero de 2016 ha muerto en Santiago de Chile el dramaturgo y ensayista José Ricardo Morales, acaso el último de los intelectuales de nuestro exilio republicano de 1939, que el 3 de noviembre del pasado año 2015 cumplió cien años. Un escritor que constituye un perfecto ejemplo de una especie actualmente en extinción: la del intelectual humanista.
Morales inició sus estudios académicos en la Universitat de València y el grupo teatral El Búho, dirigido un tiempo por Max Aub, le estrenó en 1938 su primera obra dramática, Burlilla de don Berrendo, doña Caracolines y su amante.
Durante la guerra civil Morales fue responsable del Departamento de Cultura de la FUE valenciana, miembro de la UFEH y redactor-jefe de la revista Frente Universitario, «órgano de la FUE en retaguardia». Voluntariamente incorporado en octubre de 1936 a las Milicias Antifascistas, fue comisario del Ejército Popular y el encargado de pronunciar, el 3 de noviembre de 1938 en el paraninfo de la Universitat de València, el discurso de despedida a los estudiantes de las Brigadas Internacionales. Una impecable biografía antifascista de un joven estudiante que el 18 de julio de 1936 se hallaba en Barcelona para participar como nadador en la Olimpiada Popular y que en febrero de 1939 atravesó la frontera francesa por La Jonquera para ser internado en la playa de Saint-Cyprien.
Morales fue uno de los pasajeros del Winnipeg, el buque organizado por Pablo Neruda, y el 4 de septiembre de 1939 desembarcó en el puerto chileno de Valparaíso. Allá pudo ejercer como catedrático de Historia del Arte en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile. Y por ello reiteró en numerosas ocasiones su deuda de gratitud con su país de acogida, a cuyo desarrollo cultural contribuyó con iniciativas tan valiosas como, entre otras, la creación junto a Pedro de la Barra del Teatro Experimental de Chile, luego Teatro Nacional Chileno; la dirección de dos colecciones en la editorial Cruz del Sur „en donde publicó en 1943 una valiosa antología de Poetas en el destierro„; su magisterio universitario; su pertenencia a la Academia Chilena de la Lengua „ha sido el primer exiliado republicano español que fue elegido miembro de una Academia americana„; sus cuarenta y dos obras de teatro y sus numerosos ensayos.
Morales encarna la tragedia del desarraigo, característica de nuestro exilio republicano, y es una víctima más de la injusticia que suele acompañar a tal condición: el silencio y el olvido, tanto en Chile como en España, de su obra literaria. Sin embargo, la edición de sus Obras completas en dos volúmenes (teatro y ensayos) por parte de la Institució Alfons el Magnànim de Valencia, vino a reparar en parte esa injusticia al poner a disposición del lector interesado la obra literaria de un humanista ejemplar cuyas reflexiones nos alertan sobre algunos de los peligros que acechan a la tecnolatría actual en una sociedad como la nuestra en donde impera el neoliberalismo capitalista más salvaje y en donde los nuevos dioses son hoy el capital financiero y los mercados.
El joven dramaturgo tuvo la inmensa fortuna de que nada menos que Margarita Xirgu le estrenase el 11 de mayo de 1944 en el Teatro Municipal de Santiago de Chile su obra El embustero en su enredo. Esta confianza de la actriz exiliada en el talento del joven dramaturgo se reafirmó al encargarle años después las versiones escénicas de La Celestina y de Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina.
Precursor del llamado «teatro del absurdo», aunque el autor siempre matizó que su teatro no era teatro del absurdo sino que quería denunciar el absurdo del mundo, Morales representa con absoluta propiedad el drama del dramaturgo republicano español exiliado desde 1939, desterrado de su escena y público naturales. Ciertamente, en nuestra actual sociedad democrática y salvo muy escasas excepciones, el público español no ha podido ser espectador de su obra dramática. Sin embargo, no creo que la obra dramática de Morales, víctima del destierro, padezca también del destiempo, porque, a mi modo de ver, mantiene hoy plena vigencia y sentido. Por ello, la dramaturgia de Morales está exigiendo aún ese encuentro auténtico que significa la verdadera prueba de fuego de todo teatro: su estreno ante el público español de hoy.
Y, en este sentido, no cabe duda de que el estreno en abril y mayo de 2014 en el Teatro María Guerrero de Madrid por el Centro Dramático Nacional de cuatro obras suyas en un acto (La corrupción al alcance de todos, Las horas contadas, Sobre algunas especies en vías de extinción y Oficio de tinieblas) salvó parcialmente en vida a Morales, a los noventa y nueve años, de lo que él mismo llamaba su condena «a la postumidad».
Sin embargo, Valencia, el Centro Dramático de la Generalitat Valenciana, sigue teniendo una deuda pendiente con José Ricardo Morales. Porque, si bien fue un acierto que el nuevo gobierno valenciano le concediera el 9 de octubre del pasado año 2015 el título de «Embajador de la Comunitat Valenciana», el teatro de Morales sigue siendo un perfecto desconocido para el público valenciano. Y el mejor homenaje que Valencia puede rendir a la memoria de Morales no cabe duda de que consiste en estrenarlo. Y ya se sabe que hoy es siempre todavía.Manuel Aznar Soler 24.02.2016 | 04:15 en http://www.levante-emv.com/cultura/2016/02/24/ultimo-intelectual-exilio/1383268.html

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