Rosario Miranda- Lista de pasajeros

“Rosario Miranda comentó sobre la lista de Miguel Millan en facebook: WINNIPEG EL BARCO DE LA ESPERANZA. Señor Millán…una vez más, …esta es la lista incompleta de los pasajeros del Winnipeg, del primer libro que editó Jaime Ferrer, faltamos muchos, sólo de mi familia diez personas, mi madre y los nueve hijos” Rosario Miranda, 12:52pm Oct 6

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Elena Castedo: La lista del Winnipeg

Desde hace años, muchos pasajeros, yo incluida, y muchos descendientes de pasajeros, hemos hecho notar que la lista de pasajeros de Jaime Ferrer es incompleta y que hay muchos errores, pero las entidades que la publican ni la han modificado ni han añadido una explicación que no es completa y contiene errores. Ni que decir tiene, dicha lista ha causado mucha desesperación y hasta indignación a muchos de los pasajeros omitidos y a sus descendientes. Como dato curioso, dicha lista también parece omitir a más mujeres que a hombres. Por ejemplo, incluye el padre de Montserrat Julió, la gran actriz, pero no a ella ni a su madre. Igualmente, incluye a mi padre, pero no a mi madre ni a mí. Y eso que tanto Montserrat como yo estamos en la foto de “los niños del Winnipeg” que se tomó en el barco y se ha publicado por diversos medios, y pese a que ambas aparecemos en numerosos documentos y libros y artículos, entre otros de mi padre, donde se menciona que éramos pasajeras del Winnipeg.

Dicha lista no solo ha causado daños emotivos, si no también reales. Por ejemplo, mis hijos solicitaron nacionalidad española a base de la Ley de la Memoria, pero dos Consulados de España, dispuestos a no otorgársela, alegaron que yo no estoy en la lista de pasajeros y por lo tanto no había llegado en el Winnipeg, ni fui refugiada, y rechazaron sus solicitudes. No aceptaron la gran evidencia que presentaron que indica lo contrario. Elena dejó este mensaje en este sitio web. (Junio 2018)

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José Llagaría Jiménez y su hijo Fernando Llagaria Vazquez

José Llagaría Jiménez, padre de Fernando Llagaria Vazquez. Fernando vive en Andaya, Valencia y nació en Linares, Chile 1957. Ha vivido como un testigo privilegiado de los momentos más intensos de nuestra historia contemporánea en Chile y en España. Aquí hay unos extractos del testimonio de sus recuerdos recolectados de la revista de la casa Chile en Valencia (España), titulada “Copihue Rojo”. En Chile era “el gringito” y aquí en España, soy para mis amigos “el chileno”. Siento que tanto allí como aquí me lo dicen con todo afecto, ellos saben que soy el fruto de uno de esos miles de españoles que sufrieron el exilio para escapar de la dictadura de Franco y luego de la de Pinochet, que hicieron del mundo su patria y que fueron de aquí para allá buscando un rinconcito donde salvar la vida, alejado de tanto canalla con inmenso poder.
Somos los hijos del Winnipeg; “El barco de la esperanza” que llevó a más de dos mil refugiados a Chile…. Nunca te olvides de donde están tus raíces. Nací en Linares y allí viví diecisiete años…. Viajamos a España con la consideración de repatriados. … Fue un viaje lleno de contradicciones emocionales. Dejaba atrás a mis mejores amigos, Los Tapia y los Bahamondes, ellos nos fueron a despedir a la estación del tren. Allí dimos rienda suelta a nuestras emociones y entre muchos llantos y abrazos nos dijimos adiós, con un inmenso nudo en la garganta, sin poder ponerle palabras al momento, porque lo había prohibido la autoridad. Fueron momentos de gran ansiedad. Ignorábamos cómo nos iba a tratar el destino y ni siquiera teníamos la seguridad de que podríamos salir del país (Chile). Por fin a las 11 de la mañana de un 3 de septiembre partimos. Nunca imaginé que viviría en carne propia una experiencia similar a la que trajo a mi padre hasta Chile. De la misma manera que 35 años antes, mi padre se embarcaba en el puerto de Valparaíso para repetir esa travesía, pero a la inversa. Las coincidencias no podían ser mas macabras: la misma represión, la misma derrota, el mismo muelle, el mismo mes y el mismo día 4 de septiembre. Desde la otra orilla del planeta, desde el otro hemisferio de la historia. La vida es como un espejo; te sonríe si la miras sonriendo.

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Exiliada – Raquel Valero

Exiliada – Raquel Valero
Siento que todos y todas las que escribimos por aquí, tenemos, de alguna manera, un pasado o unas raíces comunes. Esas raíces y ese pasado que sólo desde este nuevo siglo, empiezo a buscar. Una de las cosas para mí, importantísima, fue volver a Chile en el 2003. Y me pregunto ¿de dónde soy exiliada, yo? Por lo visto, se supone, que al nacer en España, sería de España, pero mi dolor y mi añoranza, durante años, fue de Chile. Hoy en día, estoy más adaptada aquí, sobretodo en Valencia, que era donde mi familia quería volver y la tierra que añoraba, pero nunca sé de dónde soy. Quizá como dice Sylvia, medio santiaguina, medio valenciana. Aunque siempre digo que yo soy una chileno-valenciana, porque para mí, España la siento más lejana, quizá por cuestiones políticas y esa bandera que no conocía, ni reconozco…

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El pintor José Balmes

El pintor José Balmes (1927-2016) recuerda: «Toda la bahía estaba iluminada, casi nadie se movió de cubierta hasta el amanecer. Había sol de primavera ese 4 de septiembre. En tierra rostros y manos nos decían su amistad, su bienvenida.

Después de mucho tiempo sabíamos nuevamente el significado de un abrazo (…) El tren nos llevó pronto a Santiago y, al paso lento por las estaciones, gentes que no conocíamos nos entregaban rosas y claveles. Al anochecer miles de hombres y mujeres nos esperaban en la estación Mapocho en medio de una multitud de cantos y banderas. Un tiempo después esta tierra también sería ya la mía para siempre».

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El Winnipeg alado

Desde un comienzo me gustó la palabra Winnipeg. Las palabras tienen alas o no las tienen. Las ásperas se quedan pegadas al papel, a la mesa, a la tierra. La palabra Winnipeg es alada. La vi volar por primera vez en un atracadero de vapores, cerca de Burdeos. Era un hermoso barco viejo, con esa dignidad que dan Los siete mares a lo largo del tiempo. Lo cierto es que nunca llevo aquí el barco más de 70 u 80 personas abordo. Lo demás fue cacao, compra, sacos de café y arroz, minerales. Ahora le estaba destinado un cargamento más importante: la esperanza. Pablo Neruda

From the beginning I liked the word Winnipeg. Words have wings or they don’t. The rough ones stick to the paper, to the table, to the earth. The word Winnipeg is ‘winged’. I saw it flying for the first time in a dock of steamers near Bordeaux. It was a beautiful old ship, with that dignity given by The Seven Seas, over time. The truth is that the cargo vessel had never taken more than 70 or 80 people on board. The rest was cacao, sacks of coffee and rice, minerals. Now it was destined for a different kind of cargo: that of hope. Pablo Neruda

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Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra.5

A nosotros nos trajo un barco. Con unos marinos que habían sido luchadores por nosotros, durante toda la guerra, trayendo armas y municiones y personal y toda clase de pertrechos. Iban desde Burman, en el norte de Europa, atravesando el estrecho de Gibraltar y llegaban hasta Odesa, y de Odesa pasaban por España y volvían a Burman, y así. Estos hombres formaban la gran mayoría del barco. Pero había, el capitán y unos pocos oficiales muy derechistas que realmente trataban de sabotear el viaje, aunque nosotros entonces no nos dimos mucha cuenta. Ese grupo de hombres estuvieron en Chile retenidos. Porque el barco llega el día 3 de septiembre y la Guerra Mundial también empieza ese día. Francia envió un cable diciendo que el barco quedaba requisado a las ordenes del almirantazgo francés. Pasaron 8 o 10 días y no ocurría nada. El día 10 son invitados, estos marinos, por el Frente Popular y tienen un gran acto en el teatro Caupolicán, donde son muy bien atendidos y después los llevan a un campo vecino de Santiago, donde les hacen un asado. Por la tarde dan un paseo por el centro de la ciudad. Esta gente, el día 12, recibieron la orden del cónsul de embarcar para Francia. Aquí se suscitó la controversia, directamente con el capitán y ciertos oficiales. Ellos no querían volver en ese barco, pero a su vez no querían volver a Francia por que Francia estaba en Guerra. De manera que ahí hubo 8 o 10 días de pelea, hasta que se les consideró como insubordinados. Subieron al Winnipeg marinos chilenos, con fusiles, y los llevaron detenidos. Los tuvieron en una prisión militar. La esposa del doctor Herzog trató de arreglar esto. Se vino hasta Santiago. Como había conocido ya a muchos políticos, se reunió con ellos. Los políticos de más categoría en Chile, en ese momento, instaron al Gobierno a que tuviera un consejo de Ministros, si el Ministro del Interior solo no lo resolvía. Se celebró un consejo de Ministros el día 21 de septiembre. El 22 de septiembre, el Consejo de Ministro ordenó liberarlos. Puesto de acuerdo con el embajador de Francia, dieron la opción, a los que querían volver con este capitán y a los que querían quedarse. 150 se quedaron. Estos 150 quedaron comprometidos a embarcarse lo antes posible, porque ellos no negaban que querían ir a Francia y defender a Francia, pero no querían viajar con el capitán del Winnipeg, a quien consideraban un traidor. Se embarcaron en el vapor Aconcagua y en Copiapó tuvo que parar porque el doctor Herzog y la mujer se enfermaron, sobre todo él, tuvieron que bajarlo con una fiebre altísima.
Los marinos llegaron con el Aconcagua a Balboa. En Balboa los han metido en un campo de concentración, con el pretexto de una cuarentena. Los tuvieron allí 7 u 8 días hasta que llegó un barco francés. Este barco los tomó y los llevó a Cayena, donde embarcaron a unos 50 condenados a cadena perpetua o a trabajos forzados, pero que el gobierno los perdonaba si se inscribían para ir a la primera línea de combate en la guerra. Trataban mejor en este barco, -La salle- a los forzados que a estos marinos. Llegaron a Bres y de Bres a Burdeos y ahí los metieron presos en un castillo y les hicieron un juicio. La odisea de ellos duró hasta el 28 de diciembre, en que los liberaron. Pero la liberación no duró mucho ya que los mandaron a las unidades de guerra a la que habían sido destinados. Ellos nos salvaron, pero tuvieron que pasar muchos peligros y sinsabores.
60º Aniversario de la llegada del Winnipeg a Chile. Centro Cultural de España. Santiago de Chile. 7 de Septiembre de 1999. (Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra.5)

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Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra.4_ llegada a Valparaiso

El mar se movía bastante. Cuando llegamos a Arica, prácticamente todo se había, de nuevo, calmado. Entrábamos en Chile con un mar calmo, como dice su himno. Ya entrando a Arica, subieron las autoridades, subieron los oficiales de policía internacional, subieron los médicos, empezaron a vacunar, empezó la gente a distraerse y empezó a mirar hacia la costa y aunque no se veía nada, porque la costa sólo un muro, la costa de Chile, entre Valparaíso y Arica es como un muro, nada más, no hay un árbol, casi no se ven ciudades.
Llegamos a Valparaíso en una noche estrellada, que nos llenó de una impresión imponderable. Ver la bahía toda rodeada de multicolores luces. Esa es la impresión que muchos guardaremos siempre. Yo me quedé, como otros muchos, hasta muy tarde, mirando. No habíamos pisado terreno firme desde Burdeos y aquello iba a ser nuestro terreno firme. La impresión esa se grabó para siempre. Cuando me fui a dormir ya era tarde, no pude casi dormir. Al día siguiente, temprano, empecé a oír por todos los pasillos, la gente arrancando con sus maletas, sus valijas y armando un lío fenomenal, entonces también me tuve que levantar y llegar a cubierta. Ahí, abajo, había una multitud enorme esperando que se diera la orden de bajar. Ese es un recuerdo que realmente no se olvidará jamás.(Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra.4)

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Testimonio de Ovidio Oltra

Recuerdos Insistentes. Ovidio Oltra. Inédito.
Desde enero (1947), que regresé a Santiago, ausente desde 1940, al no encontrar ningún valenciano, lo natural era que frecuentara el “Centre” (Centro Catalán). Además de los ya conocidos, había un catalán, que ya llevaba varios años en Santiago, escritor especializado en materias filosóficas, a quien le había escuchado conferencias en la Universidad de Concepción, que en seguida deduje que todos respetaban mucho; José Ferrater Mora. Entre ambos pronto surgió una simpatía mutua que hizo que me convirtiera posiblemente en su mejor amigo en Santiago.
Me inclino a decir esto porque pronto fui visita cotidiana en su pequeño departamento, por las tardes, cuando sabía de antemano que estaría él y, nunca en todo el año 47, desde marzo en que comencé a tratarle, hasta fines de ese año en que se fue a Estados Unidos, con una beca de la Fundación Guggenheim, coincidí con nadie que lo acompañara en esas tardes. En ese tiempo, esa fundación era muy activa y generosa protegiendo a los Licenciados jóvenes latinoamericanos para que pudieran doctorarse y, si deseaban, ejercer después como profesores en “Colleges” o Universidades norteamericanas.
Esto último fue el caso de Ferrater porque ya su nombre era bastante conocido en los países latinoamericanos por sus ensayos, articulos, conferencias y sobre todo por su Diccionario de Filosofía, que ya iba desde 1944, en su segunda edición, hecha por editorial Atlante de México.
El Centre Catalá de Santiago sin duda lo habían engrandecido y transformado, como pasó con el centro republicano y el vasco, los numerosos exiliados llegados en 1939 y 1940. Los antiguos residentes catalanes, en su mayoría de posición acomodada, habían sido activos partidarios de la causa republicana, pues con la República consiguiern, como los vascos, un Estatuto de Autonomía y protección del uso de la lengua vernácula, cosa que los franquistas, en cuanto ocuparon Cataluña, así como habín hecho con los vascos, lo derogaron y prohibieron su idioma.
……………………………
Existía en el “Centre” en ese tiempo una vida animadísima, con el coro, representaciones teatrales, bailes sociales sábados y domingos y un diariamente concurrido bar y restaurant. Los ricos antiguos emigrantes, como Pere Mir, dueño de las bodegas MIR, en Vicuña Mackenna, pasado de Avenida Matta; los hermanos Sabaté, propietarios de una fábrica de calzado; el señor Mitjans, de la conocida firma de Licores Mitjans; Juan Gratacós, que tenía una tienda de calzados a la entrada de la calle Puente, próximo a la Plaza de Armas; los dueños de la camisería Barcelona, en la misma calle; Antoni Pi, con una gran curtiembre y fábrica de carteras y bolsos de cuero, en calle Bandera y otros ricachones no se hacían ningún problema en convivir de tú a tú con nosotros “los refugiados” recién llegados “sólo con lo puesto y gracias”, en 1939.
Y en el aspecto cultural, los intelectuales catalanes ahora desembarcados, que nunca habrían sido emigrantes en Chile en circunstancias normales, les resultaron todavía más útiles para su antigua revista Germanor y el Butlletí del Centre Catalá, porque al asumir su dirección y redacción los hicieron mucho más importantes que hasta entonces, por la mejor calidad de sus colaboraciones, sin querer esto significar un desmedro de la calidad y esfuerzo que se había desarrollado por varios lustros antes.
Domenéc Guansé tomó la Secretaría del Centre y era alma del nuevo Germanor. Una persona ya algo mayor, menuda, amorosa, muy culta, que pasaba todo el día en la Secretaría, creo que con una modesta remuneración absolutamente merecida. Al parecer era soltero o viudo y debía alimentarse como un pájaro, de acuerdo a su físico. Escribía articulos, buscaba colaboraciones y avisos, atendía el teléfono y las visitas. No paraba un instante.
Francesc Trabal, Joan Oliver (Pere Quart), José María Cassasses y Xavier Benguerel actuaban como los más constantes colaboradores con sus articulos. Benguerel, fino, educado, que provenía sin duda de una familia acomodada, desplegaba una doble actividad; por un lado, como empresario creó un laboratorio farmacéutico, de acuerdo a su profesión en Barcelona, del Laboratorio Benguerel que, cuando regresó a Barcelona, traspasó y los sucesores siguen exhibiendo los productos Benguerel en los estantes de las farmacias chilenas. Me viene a la memoria que tenía un articulo antiséptico y cicatrizante, que muy luego se popularizó en todo Chile, entre médicos y público en general; Metapío, que no faltaba a mano en la mayoría de las casas. El único problema que presentaba era que teñía la piel de un rojo intenso. Quizá ello ha dado lugar a su reemplazo por otros similares incoloros.

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Ovidio Oltra Alonso tio de Raquel Valero Oltra

El exilio en Chile. testimonio de Ovidio Oltra Alonso. Texto de Maria Fernanda Mancebo. Universidad de Valencia

Ovidio Oltra Alonso es valenciano (tío de Raquel Valero Oltra que también ha contribuido a este poema). Hijo de Vicente Oltra, familia que hasta hace pocos años tenía una tienda de calzado en el centro de Valencia. Fue soldado de la República y perteneció a las juventudes de izquierda republicana. Hoy vive en Chile, es presidente de la Asociación Winnipeg y de la Casa de Valencia. Y como exiliado asistió al congreso L’ exili y cultural de 1939, que tuvo lugar en esta universidad en 1999. Entonces me dejó como coordinadora, estas Memorias, de las que hoy publicamos un fragmento como testimonio.
LA CRISIS CONSTITUCIONAL DESDE UNA PERSPECTIVA REPUBLICANA
Presentación: El viaje del Winnipeg dio comienzo al exilio republicano en Chile. La aseveración de que los emigrados que llegaron después fueron numéricamente irrelevantes –no llegarían a un centenar- según Vicente Lloréns , se ha modificado por el estudio realizado por Encarnación Lemus que sitúa su número en unos 3500 . Chile fue uno de los tres países –con México y República dominicana- que dió asilo voluntario a los refugiados españoles. De todas maneras fue el empeño de Pablo Neruda, con la ayuda de Gabriela Mistral, la Alianza de Intelectuales para Defensa de la Cultura y el gobierno español en el exilio, quienes consiguieron este otro puerto de acogida para la desconcertada y desolada multitud de españoles que poblaban los campos de concentración y las playas del sur de Francia.
El gobierno del Frente Popular de Chile decidió enviar a Francia como cónsul honorario, encargado para la emigración española a Pablo Neruda que lo cuenta en sus Memorias: “a cumplir la más noble misión que he ejercido en mi vida: la de sacar españoles de sus prisiones y enviarlos a mi patria. Casi inválido, recién operado, enyesado en una pierna salí de mi retiro –Isla Negra- y me presenté al presidente de la República. Don Pedro Aguirre Cerdá me recibió con afecto.
– Sí, tráigame millares de españoles. Tenemos trabajo para todos. Tráigame pescadores; tráigame vascos, castellanos, extremeños.
Y a los pocos días, aún enyesado, salí para Francia a buscar españoles para Chile.”
Pero la misión no fue tan fácil. “La posibilidad de enviar españoles a Chile enfurecía a los engolados diplomáticos”. Situaron la oficina de Neruda en un cuarto piso de la embajada para dificultar el acceso a los que acudían y especialmente de los heridos o los supervivientes de los campos de concentración. También pasaron por allí escritores, profesionales liberales y obreros de todas las especialidades. A pesar de todo, y de un telegrama de Aguirre, que muy presionado por determinadas fuerzas políticas, suspendía la operación, Neruda tras una larga conversación con el presidente y apoyado por Juan Negrín consiguió su propósito. No sin antes haber amenazado con suicidarse en una conferencia de prensa.

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