Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra.3

En mi calidad de delegado de un partido, pronto me encontré con los delegados de los otros partidos. Empezamos a pensar en lo que podíamos hacer. Entre las cosas que se nos ocurrió fue hacer una especie de diario de viaje, para que todo el mundo se enterara de las noticias, de lo que pasaba en el mundo, porque la radio del buque nos daba el mensaje de lo que llegaba, se traducía y se hacía un cartel que pintaba Mauricio Amster, un hombre después muy importante en la gráfica chilena, porque era gran dibujante, gran diseñador. En esos primeros días tomamos conciencia de que la gente nuestra estaba muy dividida. Estaba muy calificada entre republicanos, comunistas, socialistas, y todos habían perdido la guerra menos ellos. De manera que socialistas y republicanos, peleaban con los anarquistas, los anarquistas decían que eran los comunistas los que habían perdido la guerra y todos habían perdido la guerra y nadie la había perdido, pero el caso es que habían, prácticamente, hasta bofetadas. Pasamos unos 8 o 10 días, amainando este temporal, procurando no agitar mucho las pasiones y coordinando la cosa. Mientras tanto nos ayudaba mucho la organización del coro vasco, cantaban los catalanes, Valencia la tocaban cada rato, de manera que la gente, poco a poco fue haciendo amistades, se conversaba mucho.
Yo recuerdo, por ejemplo, que hice amistad con Laureano Miranda, que venía con 7 hijos y una mujer casi transtornada, porque en el día, entre los dos y la mujer, a veces no veíamos a los 7. Unos estaban en la enfermería, el otro corriendo por aquí o por allá, y nos juntábamos los tres y claro, ahí decíamos: -Bueno, tu a quién has visto?, a fulano, a sutano. Porque, el barco es muy peligroso, como ustedes saben, no tiene baranda, tiene una sola en la cubierta y cualquiera se pueden caer al mar. Las cosas fueron transcurriendo ya más tranquilizadas, cuando vino a estropear todo nuestro trabajo de armonía y de buscar la paz entre nosotros, el Pacto Germano Soviético, que se firmó por von Riventrop y por Molotov, el 23 de agosto, cuando estábamos a la altura de Balboa. Los franceses se alarmaron mucho, de capitán a paje, porque siempre habían contado… incluso se decía que Stalin estaba por firmar un pacto con Francia e Inglaterra y unos ministros franceses e ingleses iban hacia Moscú cuando, por el camino, se encontraron que Molotov ya había firmado con Riventrop.(Historia de los pasajeros del Winnipeg. Mesa redonda: Ovidio Oltra, 3)

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